Me senté para sentirme
tranquilo y despreocupado,
en un banco, sin dormirme:
sólo por estar sentado.
Mi paz desapareció
en brevísimos instantes,
por culpa del detonante
trueno que no oscureció,
pero sí que ensordeció
al público paseante.
Para mí que era alemán,
hecho al ruido tormentoso
de rayos escandalosos:
sonó como “¡RRRRtaplán!”
Emergió de fuera adentro,
tono grave y aumentando,
con el asiento temblando
debajo del epicentro.
No giré el cuello en seguida,
por el furor contenido
del sismo no interrumpido
y las ondas mantenidas.
El furor pareció irse,
pero vino con el viento
algo que cortó el aliento
y no era para reírse.
Tranquilo como quien dice,
como quien no ha roto un plato,
no se disculpó del flato
y se tapó las narices
El tipo rió con saña,
y enturbió las relaciones
entre nuestras dos naciones,
pues con esas emisiones
tiritó el Banco de España.