lunes, 5 de septiembre de 2011

Dulce tentación

Como soy goloso,
tu dulce presencia
anega mi boca
de blanca saliva algo pegajosa.
Quisiera morderte,
comerte la oreja
comerte la boca
devorarte entera.
Con estos sentimientos, y tanta saliva
consulté a un psiquiatra gracias a una amiga.
Me escuchó en silencio,
me dio carta blanca
ya que a su pareja eso entusiasmaba
me confesó que en el lecho
por puro placer, él la devoraba.
Muy satisfecho con este consejo
decidí probar.
Te miré a los ojos, y al verlos brillar
salivaba a chorros sin poder parar.
Te agarré una pierna,
te mordí en un pie,
fueron dos bocados
cual dulce pastel.
¿Quizás me pasé?
Pues tal patada en mi boca
no puede prever…
Me tragué cuatro dientes
luego me internaron
y aquí me quedé.
Muerdo a la enfermera
muerdo al celador,
muerdo hasta las mesas,
pero no es lo mismo…
contigo era amor.
Te sigo queriendo
queriendo comer,
desdentado y triste me pregunto:
¿Qué podría yo hacer?