Cuando regresó de desayunar su pan migadito con el café, ya era un hombre nuevo. Su ración de pastillas había hecho efecto y se dirigió de nuevo a su cuarto para continuar con la búsqueda de su dentadura. Buscó y rebuscó por la cama, bajo la almohada…-¿Qué hará aquí un euro? Se preguntó. Lo guardó en el bolsillo y continuó buscando sin cesar hasta que una llamada al teléfono lo interrumpió.
Ahora debía darse prisa porque su amiga lo esperaba para sus clases de baile. San Valentín se aproximaba y ellos se habían apuntado al concurso que organizaba el centro de día. Pero… no podía presentarse así. Solución de emergencia: ¡Plastilina!