jueves, 11 de febrero de 2010

Cuentos bajo la almohada (2)

…Al pobre ratoncito le costó lo suyo llevar su enorme trofeo hasta el castillo de los dientes. Iba él muy orgulloso pensando en ser felicitado por su hazaña cuando una monumental bronca por parte de su superior, el guardián de las buenas maneras, lo devolvió a la realidad. ¡Aquella dentadura no estaba bajo la almohada para él! ¡Qué mal se sintió el pobre cuando se enteró que el euro que dejó a cambio no daba ni para un empaste! Acostumbrado a sembrar ilusión, se dijo que compensaría al abuelo por su gran error. ¿Cómo pudo equivocarse con el dormitorio? ¿Cómo podría compensar al abuelo?... Navegando con mil y una preguntas en su pequeña cabecita y cargado una vez más con la enorme dentadura postiza emprendió el arduo camino de vuelta…

5 comentarios:

Isa dijo...

¡Qué gracia tienes contándolo y cuánta ternura le pones!
Espero ansiosa las peripecias de este ratoncito. Por cierto, ¿le llamas Pérez o le vas a poner otro nombre? ¿O es ya lo tiene y no me he dado cuenta? O a lo mejor es que simplemente quieres llamarle Ratoncito y nada más. Ya me contarás. Sigue adelante.

inma dijo...

Gracias Isa por el ánimo!

Peneka dijo...

Me imagino un montón de "niños-ratones" alrededor del "despistao" ratón pérez...
Él les diría, lo importante de mirar bien donde meter los hocicos y de asegurarse que lo "recogido" era para eso, para recogerlo.

Ternura por los cuatro costados y una sencillez que embriaga.

Gabriel dijo...

A mí estas vueltas de tuerca me parecen como el juego del buscaminas: A cada paso, abres mil caminos más. Ese ratoncito es un tipo genial.
Besos.

Clea dijo...

Seguro que lo compensa.
¡No hay más remedio!
:))