Heteróclito
de Tarragona (filósofo: Era dorada de la metafísica).
Fue un hombre que nació por aquello del
folleteo de su padre con una mujer que, según descubrió él mismo antes de que
se lo dijeran, resultó ser su propia madre.
Sus opiniones –que nadie le pedía, pero daba
sin parar- vinieron a añadir más confusión a quienes le oían, deviniendo en ser
al final muchísimo más idiotas de lo que ya eran ante de ir a visitarle a su
despacho.
No tuvo hijos, pero sí hijas, lo cual hizo que
acabara vistiendo igual que ellas en su trabajo de danzarinas del
Zeus/dance/club, en pleno centro de Alejandría, ciudad que visitó para morir
allí, cuando lo mataron el día que llegó.
No llegó, por tanto, a debutar como solista en el Lago de los Chismes, una obra llena de delatores.
No llegó, por tanto, a debutar como solista en el Lago de los Chismes, una obra llena de delatores.
Antes de eso, tuvo una carpintería, pero la
totalidad de su producción de estacas para palizas en seco se mojó y tuvo que
convertir en serrín ciento cincuenta mil kilos de pino gallego, que vendió a
buen precio para secar las meadas de los residentes en el palacio del rey
Tasio, un tipo raro y sin cejas.
Resumimos algunas de sus teorías sobre la
Naturaleza Humana y de cómo guisar algunos platos.
“Elevar al hombre que se esfuerza acostado ha
costado mucho esfuerzo”.
“Más vale un pequeño racimo de uvas que el
mayor barril del mejor vino, siempre y cuando alguien se ha meado en el citado
barril, que todo hay que decirlo”.
“Si tu mujer corre más que tú, no existe
salvación posible. Está más que comprobado”.
“No siempre se pide la separación total. Hay
quienes tienen suficiente con divorciarse parcialmente, empezando por la
suegra”.
“Los hijos sirven para parirlos y ver que se
van con viento fresco lo antes posible, para presumir de ellos a partir de ese
momento.”
“El Estado, por lo visto, debe proteger con
sueldos astronómicos a los débiles: jamás he visto a un concejal levantar más
allá de seis o siete kilos. Y en dos tiempos”.
“-Yo desciendo del mono.
-El mono estaba subido en la mesa.
-Luego yo, antes de bajar, estaba a punto de
tocar techo.
-Finalmente, qué bajo he caído.
(Silogismo de Heteróclito, adaptado por
H.I.J.K. Baltser., Univ. de Krakovia).
Y en cuanto a sus aportaciones gastronómicas,
ahí queda eso:
Batido de pan con poca miga sobre lonchas de
pan. Preparación: Se coge mucho pan y ya está.
La mayoría de los trabajos de investigación de
Heteróclito fue recopilada, vendida y rentabilizada por sus discípulos, quienes
murieron en la más absoluta tristeza por no haber aprendido a leer.
Heteróclito cumplió dos de las seiscientas
promesas que hizo en vida: Nacer y morirse.
Uno de los grandes. De ahí nuestro homenaje.