Los niños miraban atentamente el crepitar de las llamas en la chimenea.
De pronto, un hombrecillo rojo saltó hacia el suelo, desprendiéndose de aquel incendio y dijo:
¡No soporto que me analicen cuando trabajo!
De pronto, un hombrecillo rojo saltó hacia el suelo, desprendiéndose de aquel incendio y dijo:
¡No soporto que me analicen cuando trabajo!