sábado, 12 de marzo de 2011

LA CAÑADA REAL

Hace años los pastores
al ganado trasladaban
de unos lugares a otros
por caminos y cañadas.
Los llevaban a pastar,
según la estación del año,
para de esta manera
alimentar al rebaño.
En uno de estos traslados,
Angelita con su amiga
volvía de un huertecito
que sus familias tenían.
Subían ellas contentas,
cargadas con la hortaliza
y oyen de pronto un tropel
de pezuñas que les avisa,
de que un rebaño se acerca
y que, por el estruendo,
parecen de cornamenta.
Y así era efectivamente:
eran toros bien plantados;
las dos amigas, al verlos,
dejan las cestas a un lado
y suben el monte arriba
huyendo de este ganado.
Cuando bien alto llegaron,
se pararon a mirar
el paso de los astados
y vieron como además
sus verduras dispersaron
por el camino real.
Una vez pasado el susto,
las dos amigas bajaron,
cogieron lo que pudieron
y a su casa se marcharon,
pero en su mente quedó
el recuerdo de aquel día
que los toritos tiraron
sus melones y sandías.

CESE.

Querida ex amante:

Salvo las últimas contorsiones de la tarde noche de ayer, en un súbito y póstumo arranque gimnástico de tu parte al abrir para irte, me encuentro bien y agradecido por tu entrega en el amor. Espero que mis vértebras L5 y S1, tan propensas a resultados alcayáticos sosteniendo tu hermosa figura, hayan respondido con firmeza al pequeño terremoto producido en la cama de mi dormitorio de invitados, como sabes que llamo a la única habitación de mi casa.

Esta carta debes considerarla como la que una empresa agradecida por tus servicios te mandaría para un despido procedente. Para lo cual, dirás tú, qué menos que aderezarla con una mínima exposición de motivos para la extinción de una –hasta ahora- fructífera relación bilateral. Pues bien, ahí le voy:

1) Sales por la puerta de mi casa, paras a llamar al ascensor y mientras la máquina se eleva, aparece mi padre por las escaleras, jadeando de cuatro pisos a trote, y te lo trajinas de pie, acompañando las maniobras con –según él- una contundente ristra de picardías gordas, que incluían la posibilidad de que yo –o cualquiera de los ocho vecinos de la cuarta planta- os sorprendiéramos en mitad de la faena.

2) Llega el ascensor, se abre la puerta, se cae al suelo mi padre y sale mi madre del pequeño habitáculo –equipado con todos los requisitos legales- para que, antes de que se agache a socorrer a mi progenitor, se pegue a ti sin soltar el bolso y ambas protagonicéis una escena muy superior en elasticidad a cualquier campeonato europeo de gimnasia rítmica, con la particularidad de ir soltando la ropa sin –en apariencia- separaros ni un solo segundo. Inaceptable, aunque los vecinos os puntuaran con un 9,75.

3) Una vez derrotada la pareja que me trajo al mundo por tus envites –sin armas y en buena lid, según ellos- me dicen mis dos hermanos Juanele y Carlos Andrés estaba por Barcelona- que al ver lo que tardaban papi y mami en subir, llaman al ascensor desde la planta baja, y al llegar éste te encuentran a ti, que les tiras de las corbatas –y de otros apéndices- y comienza un triduo que –según el equipo de mantenimiento- “desencaja algunos paneles del habitáculo del ascensor, motivado, casi seguro, por violentos empujones”, reflejado así en el informe pasado a la comunidad de propietarios, cuyo pago ha sido repercutido en mi recibo. Además, he tenido que pagar la totalidad de la factura del móvil mediante el cual Andrés, desde Barcelona, os observaba en directo con una gran riqueza de píxeles.

Sin pretensión alguna en observar mediante un seguimiento el resto de tus actividades una vez abandonaste mi edificio, y considerando más que suficiente lo expuesto, me ratifico en la decisión de cancelar nuestra relación, que ya duraba dos días, el primero de los cuales, cuando saliste de la cocina del restaurante ataviada sólo con los delantales de los cocineros, no me pareció causa justificada bastante y sólo te apercibí, sin llegar a incoar expediente alguno.

Junto a esta carta, te envío un documento impreso recibido para ti en mi correo electrónico. Tiene que ver con no sé qué laboratorio para pruebas de viagra o algo parecido. Te han aceptado y empiezas mañana temprano.

Atentamente,

Julio Fontanal Parigüelles.