sábado, 12 de marzo de 2011

LA CAÑADA REAL

Hace años los pastores
al ganado trasladaban
de unos lugares a otros
por caminos y cañadas.
Los llevaban a pastar,
según la estación del año,
para de esta manera
alimentar al rebaño.
En uno de estos traslados,
Angelita con su amiga
volvía de un huertecito
que sus familias tenían.
Subían ellas contentas,
cargadas con la hortaliza
y oyen de pronto un tropel
de pezuñas que les avisa,
de que un rebaño se acerca
y que, por el estruendo,
parecen de cornamenta.
Y así era efectivamente:
eran toros bien plantados;
las dos amigas, al verlos,
dejan las cestas a un lado
y suben el monte arriba
huyendo de este ganado.
Cuando bien alto llegaron,
se pararon a mirar
el paso de los astados
y vieron como además
sus verduras dispersaron
por el camino real.
Una vez pasado el susto,
las dos amigas bajaron,
cogieron lo que pudieron
y a su casa se marcharon,
pero en su mente quedó
el recuerdo de aquel día
que los toritos tiraron
sus melones y sandías.

2 comentarios:

Gabriel dijo...

¡Pobres muchachas!
Pero valientes por ser capaces de volver a recoger lo que pudieron. Me encanta el verso en que "parecen de cornamenta" por el estruendo. Y el tono amable que siempre das a las historias.
Un beso grande.

lola profe de sociales dijo...

Como siempre , poesía del pueblo profunda y amable, la aprovecharé en mis clases de Historia para que los alumnos se acerquen a la idea de cañada ( hoy en desuso el término), sigue escribiendo poesía, lo haces de maravilla!!!!!!