lunes, 11 de febrero de 2013

Filomena 2

No sé cómo regresó ni por donde entró, lo cierto es que sin darnos cuenta vivía cómodamente instalada entre los restos de losas. Mientras tanto habíamos concluido el montaje de los roperos y los amigos que estrenarían la vivienda se disponían a la mudanza.
Fueron los restos de la primera cena los que alertaron a los amigos. La Filo había comenzado a hacer de las suyas. Al día siguiente, el bocadillo roído de uno  de los muchachos confirmó la terrible sospecha ¡No estaban solos!
Abrieron y rebuscaron, pero el difícil acceso dejaba huecos por registrar. Entonces, con una linterna, la vieron. Al fondo, a lo lejos, entre los restos de obra, Filomena los observaba estupefacta. Mis amigos, más estupefactos aún, gritaron.
Poco tardaron en clausurar  la portezuela. Metros y metros de cinta empaquetadora, no dejaron una sola rendija para la escapada. Al concluir el año, nos devolvieron las llaves y nos comentaron el  "problemilla". No se habían atrevido a abrir aquello. Nuevamente, la portezuela era nuestra.
 [continuará]