jueves, 4 de marzo de 2010

PROFECÍAS (2).

LÁGRIMAS.

El druida Boch Ornosix de la aldea gala de Boronata, predijo lo siguiente allá por el siglo VIII después del VII:

-A eso de las dos y media del catorce de febrero de dos mil diez, se oirá el llanto de una cuñada en una ciudad de nombre parecido a Malarrosa o Farragosa. Y el motivo vendrá de alguien que no le iguala en poder ni en valor; alguien que sabrá aprovechar la debilidad de un ser superior en un momento que los tiempos venideros llamarán “chungo”.

Y más razón no pudo tener: Con mi reloj digital en la mano, sincronizado con el carillón de mi abuela, el día de la comida familiar para celebrar que la hermana mayor de mi mujer sacó las oposiciones a bedela en Zaragoza, le di una patada enorme en la espinilla a las catorce treinta en punto. Ella estaba borracha perdida de anís y todos atribuyeron sus lágrimas a la emoción por el puesto fijo de trabajo.

La muy sorrapenca no me prestó los apuntes.

Esperando visita

Palidecía. Cada día más de tormenta era como si la vida se le fuera tras ella. Solo quería un rayito de sol para atraer las miradas hacia sí. El tiempo se terminaba. Cuando pensaba que todo estaba perdido, un arco iris en el horizonte le dio un atisbo de esperanza. La preciosa amapola hizo surgir tanto color que hasta los jaramagos más próximos corrieron a ocultarse tras los girasoles. El abejorro se posó sobre ella, y ella sonrió al fin.