martes, 7 de abril de 2009

ALUCINACIONES

Ese invierno estaba siendo para Javier peor que los anteriores, era asmático y tan mal se encontraba, que sin pensarlo dos veces se fue a la consulta de un naturista, sanador, curandero, qué se yo... La cuestión es que de allí salió con un bote de hierbajos para que en ayunas las tomase en infusión.
Cuando su mujer leyó la etiqueta, vio que aquello no era para tomar sino para quemar y aspirar el humo. Pero por más que la pobre insistió una y otra vez, Javier -buenísimo él, pero algo
cabezota-, se fue a la cocina y se preparó su taza de aquella pócima, acto seguido se acostó, no habían pasado ni diez minutos cuando comenzó a ver figuras extrañas por techo y paredes y a
decir cosas aún más raras. 
Dora, su mujer, no sabía qué hacer, el colmo fue cuando Javier le preguntó ¿tú quién eres?, vete
que no te conozco, y para rematar el cuadro, cuando la vecina entró para preguntar por él la re cibió con un hola machote, que dejó a la señora descolocada. Él parecía feliz y tranquilo y aunque veía esas extrañas visiones estaba contento. Dora, alarmada, llamó al médico. Cuando llegó lo primero fue pedir que le enseñara el medicamento, cuando lo vió se encaró con la mujer, señora
¿no sabe leer? ¿no ve que esto es para aspirar?, sí señor, sé leer y se lo advertí , pero como él tiene manos y pies, fue a la cocina y se preparó el brebaje ¿qué quería usted que yo hiciera?
¿es grave?, no no se precupe, su marido está bajo los efectos de un fuerte alucinógeno y me gustaría saber quien se lo ha facilitado, pues no lo sé, creo que se lo dieron en un cortijo de los
que frecuenta en su trabajo, no se preocupe se le pasará, pero que no repita la hazaña, puede
tener problemas. Desde entonces, y como viví de cerca este episodio, creo que los alucinógenos
pueden hacer que veamos lo que no existe. Y además creerlo a ciegas , tal es el caso del pobre Javier. Conclusion , hay más alucinados de los que creemos.
Paquita Ortiz Navarrete 7-4-2009