lunes, 22 de febrero de 2010

Y DE NUEVO...MARIPOSAS


Has venido a visitarme esta tarde, contenta, con la serenidad reflejada en el rostro y me has dicho que os habéis encontrado de nuevo, que ha sido genial. Yo te escucho con una sonrisa dibujada en los labios; me encanta verte así.

Tú, sin pudor alguno(no sé por qué conmigo pierdes el pudor de esa forma tan desconsiderada, tan hiriente) empiezas a contarme cómo Mario te sentó sobre sus piernas de una forma un tanto brusca, a la vez que os besabais con un hambre voraz, fruto quizá del tiempo que pasó sin veros. Que impaciente por disfrutarte entera, agarró con sus dientes tu jersey, desde abajo, y lo subió, así, con la boca hasta tu cuello, bajando al instante, mordiendo tu carne erizada, sorbiendo tus pezones, que al contacto con sus labios, con su saliva, cobraban cada vez más protagonismo en tu cuerpo.

Siento envidia; Mario tiene un físico al que no me podría resistir; sólo de pensarlo me estremezco. Me dices que produce el mismo efecto en ti; que encima de él, con sus manos apoyadas en cada una de tus caderas, con su cara enterrada entre tus pechos, lamiendo el camino que los divide, una y otra vez, preparando el terreno donde más tarde sabes que bailará con su miembro en plenitud; me confiesas que en esta situación no te importa nada, que estás dispuesta a todo.

Describes con dulzura cómo tus dedos se entremezclan con sus cabellos, que los amarran como si se adueñaran de ellos. Que tus manos abiertas recorren su cabeza y su espalda de arriba abajo; que besas su rostro deteniéndote en la línea que lo bordea, que lo enmarca y que tu boca perfila de un extremo a otro.

Oyéndote todo esto no esperarás que me quede como si fuese un mueble; tengo también entrañas, ¿sabes? Y tengo, además, una facilidad enorme para imaginarme en cualquier momento y lugar, y lo juro, te envidio enormemente. Siento mariposas revolotear en mi interior. Te hace feliz contarme esto y es cierto que me gusta verte así. Lo que ocurre, Silvia… bueno, mejor sigo relatando tu encuentro:

Mario termina de quitarte el jersey, baja la cremallera de tu falda, que queda a un lado. Mete sus manos por dentro de tus bragas y abarca ampliamente tus glúteos firmes, prietos. Los agarra fuertemente. Los movimientos de su lengua jugando con la tuya, no interfieren en sus manos, que ágiles lo controlan todo. Sube tu falda también hacia arriba, hasta sacarla por los brazos. Ahora te contempla encima de su cuerpo, desnuda, sólo te quedan las bragas. Te sonríe, intenta quitártelas pero no quiere renunciar a tenerte encima ni un solo instante y por un extremo las desgarra, quedando a un lado, donde ya no estorban. Te toca; toca tu vientre, juega con el vello acaracolado, echa hacia atrás tu tronco y tus piernas las atrae hacia sí, hasta quedar tu sexo justo delante de su boca. ¡Estoy a punto de decirte que por favor pares, que no sigas detallándome todo lo vivido, que no lo resisto!, pero no lo hago.

Mario sabe acariciar con su lengua como nadie; es un juego de labios, dientes, boca completa y acoplada entre tus piernas, absorbente y dispuesta a hacer estallar tu vientre como nadie lo haría. Te comenta lo mojada que estás y eso te vuelve aún más vulnerable.

De nuevo te pones encima, y comienza un baile con un ritmo bien acompasado. Me dices que lo sientes tan, tan adentro, que para ti es lo máximo y te aseguro que lo entiendo.

Instantes después os dais la vuelta y Mario queda encima de ti; confiesas que sentirte abatida te enloquece. Lo abrazas con tus piernas, mientras sigue el baile; baile que acabáis en medio de tus pechos, donde se derrama y cae vencido.

Él sabe tocarte, nada hay que advertir. Introduce en ti sus dedos y con su lengua acaricia el resto y todo lo abarca. No necesitas más que unos segundos y por fin tu vientre estalla.

Ahora que tu exposición de los hechos acaba, te diría, pero no me atrevo, que Mario vino a visitarme esta mañana con esa misma expresión tuya de felicidad en el rostro, y las mariposas que en mí revolotean, no saben si lo hacen por pensar en qué brazos sería yo más feliz: si en los de Mario…, o en los tuyos.

Presiento que nunca lo sabré, pero adivino que seguiré disfrutando del vértigo que me producen sus revoloteos.


10 comentarios:

Clea dijo...

1.- ¡Sí que es buena Silvia relatando los hechos! Doy fe.

2.- ¡Vaya final!

(Que se lo cuente, ¡esto lleva trazas de convertirse en trío!)

:))

inma dijo...

Estoy con Clea en que el trío queda sugerido, y tu valentía con este tipo de relatos más que demostrada. ¡Qué calor, por favor!

Gabriel dijo...

¡Aúpa la sangre en las venas!
véngase el calor a ellas
que acabo de ver estrellas
con tu cuento quitapenas.

Hióle ahí, Isa.

Isa dijo...

Jajajá, Gabriel, qué arte tienes.
Inma y Clea, lo del trío se queda sólo en la mente de quien narra. Aunque ya por eso, existe la posibilidad. ¿Habrá una segunda parte?
Después de mucho tiempo pensándomelo (este relato, como saben mis compañeros ya tiene sus añitos) me he decidido a colgarlo, "para leernos" de todo.
Gracias y besos.

Peneka dijo...

¡¡¡jo,jo,jo...!!!
este relato va subiendo "er caló"que se las pela, como a más de uno en el relato...
No me extraña lo de las mariposas,

Me reitero, ¡¡¡jo,jo,jo...!!!

Paquita dijo...

Isa: estas mariposas son vigorosas
y hacen subir la temperatura, buen
relato erotico,enhorabuena. Un beso

Elenka dijo...

Ole, ole..!!, quién dijo pena!!!??
Muy requetebien para este frío que viene leer estas cosas!! Como siempre muy buen final, es lo menos que te esperas y lo más, que el señor Mario en su paso por allí, llenase a la narradora de tanto placer como a su amiga.. Qué bien lo sabes hacer!! Besos!!

Anónimo dijo...

Lo vés, te lo dije!! Congratulations!! jejej

Jesús dijo...

Es hermoso sentir leyendo lo que sienten los personajes. Gracias por este ratito.

Isa dijo...

Amigo Jesús:
Tu comentario me ha hecho sonreir.
Quiero aprovechar para darte las gracias, no sólo por él, sino además por tantas horas de lectura que me dedicaste en los inicios míos, cuando me dio por esto de escribir y te enredaba entre los renglones de mi inacabada novela. Gracias por tu dedicación y por lo que me enseñaste. Un beso.