jueves, 25 de febrero de 2010

NUESTRO CONVIVIR


¡Qué sucio ha quedado el suelo tras la batalla del día de hoy! Me siento pegada al mismo como si quisiera que de algún modo le perteneciera a él. Le doy mil historias vividas; es cómplice de mis secretos, de las escenas de las cuales me sustento; de los renglones y renglones que le dejo caer arrugados, inservibles.

A veces, hasta llega a percibir alguna gota de aguacero de mis ojos. Otras veces aplasto contra él toda mi rabia, todas mis esperas vacías, estériles. Otras, salto y salto de alegría encima de las baldosas que lo revisten. Le otorgo el papel de vigilante, de guardaespaldas, de centinela, de confesor… de tantas cosas.



¡Qué sucio he quedado tras la batalla del día de hoy! Tengo, por un lado y otro, restos de champán, tarta y unos ligueros que ya han perdido todo su sentido.

La siento pegada a mí, y desearía que me perteneciera de algún modo. Ella me da mil historias vividas, para que yo también las viva, para que me convierta en cómplice de sus secretos, de las escenas de las cuales se sustenta su vida, su existencia, tan desigual, tan desequilibrada; para que sea cómplice también de los renglones y renglones que me deja caer arrugados, inservibles.

¿No se da cuenta de que por mucho que escriba de mil maneras distintas lo que desea, eso no sucederá? Él no vendrá hoy, ni mañana, ni pasado mañana…

A veces llego a percibir alguna gota de aguacero de sus ojos, precioso espejo en el que me miro. Algunas noches, aplasta contra mí toda su rabia, todas sus esperas, sus horas vacías, estériles. Otras, salta y salta de alegría encima de las baldosas que me revisten. Me llena de vida propia; disfruto y lloro con ella. Me otorga el papel de acompañante, de centinela, de confesor… de tantas cosas. Y con eso me conformo.

Aunque no pueda tenerla de otro modo, sueño con el momento en que se extienda sobre mí. Adoro su calor. Aunque en ese mismo instante, alguien, el primero que en algo le recuerde a quien tanto anhela, la cubra con su cuerpo, yo también cubriré su espalda con mi abrazo de frío mármol, para calmar el aniquilante fuego abrasador de sus horas bajas.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡¡AMOS ALLÁ!!!(lease con acento cazurril)

El blog se va animando, aunque sea el suelo quien abraza y "calma"ardores...(y no de estómagos propiamente)

A ver si mi "cura calavera" se anima y verás-

Beli

Clea dijo...

¡Curiosa complicidad!
Y un apoyo incondicional y silencioso.


Besos.


Jaja, Beli, ¿ya se está desatando otra vez el cura?

Gabriel dijo...

Muy buena la doble observación y el mismo sentir.
Magnífico el último párrafo. Magnífico.
Besos.

Unknown dijo...

Te quedó estupendo, bastante mejor de lo que había imaginado. Pero yo quitaría los epígrafes que le dan enmarque de ejercicio. Utiliza los espacios para marcar las dos secuencias y deja que el lector lea. Los lectores somos listos y aunque a veces necesitamos guías, nos las arreglamos bastante bien con los textos. Busca huecos y sigue escribiendo y regalándonos tus palabras.

Isa dijo...

Gracias a todos.

Gracias, amiga, por la apreciación. Estoy de acuerdo con ella y acabo de aplicarla.

Besos.

inma dijo...

¡Lástima que sea solo un suelo!
Muy bien escrito, Isa.
Beli, esperamos ansiosos la 2ª aventura del cura. Bsss para todos