Tras rodar varias veces con su trofeo a cuestas, el pobre ratoncito alcanzó de nuevo la almohada. Ideó un complejo sistema de poleas que cuando tenía casi listo había de desmontarlo porque llegaba el nuevo día. Además el abuelo se levantaba varias veces en la noche al cuarto de baño y paralizaba su acción.
Pero aquella noche había sido especial. Sin interrupciones. Levantó despacito la almohada y cuando iba a soltar la dentadura… encontró... ¡un diente de leche!
4 comentarios:
¡Uy, uy! ¡Qué sorpresota! ¿De quién será? Esperando estoy.
Esto se va complicando...
Otro misterio para descifrar...
Pura intriga...
Continuará...
Bueno, bueno, ¡un suspense tierno!
Amparo dijo...
¡¡Inma no dejas de sorprenderme!!!
Tu imaginación y dulzura quedan plasmadas en cada capítulo.¿Qué pasará?
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