domingo, 20 de enero de 2008

CARRERA ARMAMENTÍSTICA

PROTOTIPOS: LOS INICIOS SIEMPRE SON DIFÍCILES.

7 de mayo del Paleolítico. Hora de comer.

GOGOGI: Deja ese gallo de sesenta y dos mil kilos. Es mi almuerzo. Ya sólo tomo proteínas. Cómete tú el bosque.

BABOLLO: Te pongas como te pongas, una dieta equilibrada, incluye cosas que se mueven y algo que crece en el sitio, aunque no el césped, que me has dejado sin el hoyo 17 del campo de golf para tus ensaladas.

GOGOGI: Toma: Te envío esta pedrada a tu frente, lo que zanja la cuestión.

BABOLLO: Bueno, pues yo, por mi parte, ya me voy muriendo. No se hable más.

 

LAS PALANCAS, ESAS COSAS TAN ÚTILES.

Diciembre, amanece en Sumeria. Fresquita la mañana.

REY CIRCONIO: ¡Ech, pueblo de Zaranda, ya estamos entregando el tributo, que yo, con mi séquito, no estamos ya para madrugones; y nos quedan cuatro ciudades amuralladas por saquear!

ZARANDEADOS: ¡Mira, aquí siempre se te ha mirado bien! ¡Pero, con el plan que traes, te vas a llevar un  catálogo de cáscaras, boñigas y posos del cafelito. Díselo a tus capitanes, a ver qué cara te ponen!

REY CIRCONIO: Nos hemos traído unas maquinitas para romper cosas muy bien recomendadas. Fijaos, que están sin estrenar.

ZARANDEADOS: ¿No serán esas que dicen enviar cosas con fuego que se cuelan muralla adentro dejando todo perdido?

REY CIRCONIO: Sí, sí, esas. Talmente. Aunque están sin desembalar, parecen las que tú dices.

ZARANDEADOS: En confianza, pruébalas antes en un sitio donde no te hagas daño, porque me han dicho que fallan una barbaridad. Si el mismo dueño las ha querido retirar del mercado.

REY CIRCONIO: A mí no me la da el pájaro ése. Yo las devuelvo ahora mismo, que tengo el papiriticket de compra. Oye, que gracias, que ya volvemos con métodos más tradicionales.

ZARANDEADOS: Lo que haga falta. Más que enemigo, un cliente.

 

EL INGENIO DEL MERCENARIO.

8 de la tarde a las puertas de Florencia. ¡Una caloooor! ¡Más bien bochorno!

CÉSAR BORGIA: Mirad, capitanes, los muros de esta ciudad están durillos. Y los que la guardan se han puesto cabezones. Nos tiran piedras y diarios atrasados. Esto va mal. ¿Alguna idea?

CAPITÁN CHIVONI: Alteza majestadi, yo no me lo pensaba un instante. Pagad lo que pide el Davinchi, que ése te tira la ciudad en poco tiempo y te la recompone otra vez, todavía más bonita.

CÉSAR BORGIA: Anda, ve y llámalo, que me vais a dar un disgusto. Pero por adelantado sólo la mitad, que el Leonardo es más listo que el hambre.

 

Llega, sentado en un trono, Leonardo. No mira a nadie y se mete en una tienda blanquísima de la que no sale en varias horas. Cuando aparece, lo hace con una gran cantidad de  pequeñas cajas.

LEONARDO DA VINCI: CÉSAR, coge a tus capitanes y que siembren estas cien cajas, medio abiertas, lo más cerca de las murallas que puedan, sin hacer ruido.

 

Al amanecer siguiente, los defensores van a lanzar unas flechas desde las murallas, para empezar el día. Pero no hay murallas: Se han desplomado sobre los agujeritos que han hecho miles de lombrices durante toda la noche. Confiados en la solidez de sus defensas, muchos solían salir sin pantalones y se ruborizan, por lo blanco de sus pantorrillas. Se rinden sin condiciones. Algunos aplauden el método.

Leonardo se pone en marcha para alquilar sus servicios a otra familia poderosa. Lleva en su bolsillo la mitad en efectivo y la mitad en un pagaré firmado por CÉSAR.

 

ÉPOCA DE GUERRA FRÍA.

Desierto de Nebraska. 1.959. Cerca de las tres y tres. Hay tres, en una cerca: Hablan un físico,  otro más físico todavía y el presidente.

 

DR MERTON: El misil tiene que salir mañana, a su hora. Que el mundo sepa que se va a romper en tres trozos, y que no dude de nuestra puntualidad.

DR STEIN: El concepto de guerra cambiará a partir de este momento. Falta decidir quién gobernará en cada uno de los trozos.

PRESIDENTE: ¿Cuántos quedarán para ser gobernados?

DOCTORES: El clásico puñaíllo.

PRESIDENTE: Procedan. Vámonos a dormir. Mañana será otro día, digo yo.

 

Los tres se retiran deseándose buenas noches.

Los operarios de la plataforma de lanzamiento atornillan el andamiaje. Se cae una tuerca. “No te muevas Joe (es nombre, no taco, va sin acento) que luego se pierde en la arena” No aparece. “Quita otra del mismo sitio, en el lado opuesto, y así no se notará”. La quita y se cae todo. Pesa tanto que tienen que vaciar la enorme bomba para poderla poner en pie.

Al día siguiente, tras la cuenta atrás, el lanzamiento hace que la bomba gigante caiga exactamente sobre el escritorio del presidente, quemándole los folios. El resto del mundo da la noticia, y hay guasa desde Japón hasta Pontevedra.

En la ONU, se acuerda volver a discutir los problemas, todo lo más, a bofetada limpia. Es más barato. Se acabó la carrera.

 

 

 

 

4 comentarios:

inma dijo...

Me alegro que tu pluma siga tan ágil. El mejor el último para mi gusto. El misil en la mesa del presi me ha hecho mucha gracia. El del Paleolítico tb me resulta muy divertido.

Peneka dijo...

la descripción de la carrera es muy buena, pero...¿sería posible que en vez de una marathon fuese una carrera de cien metros lisos?. En mi opinión es un poco larga la historia para este formato. Pero mu bien tu imaginación, es inagotable.

Gabriel dijo...

Coincido en que se haría más simpático reduciendo el texto.
Oído cocina: Se intentará en breve.
Gracias.

Ita dijo...

Jajajajajaja. ¡Mis risas, mis risas!

"Tristes armas si no son las palabras..." M.H.