miércoles, 20 de febrero de 2008

HORÓSCOPO

Saturnino Villafran no podía dar crédito a lo que estaba viendo. O mejor dicho, a lo que no estaba viendo. Había llegado hasta allí en las últimas, bueno aunque era más preciso decir que quien realmente llegó agotado fue el deposito de su magnifico y soberbio todo terreno que acababa de recoger del concesionario. Desde que lo viese anunciado en el televisor y más tarde por todas las vallas publicitarias que engalanaban su lujosa urbanización, supo que aquel poderoso auto debía ser suyo. Y así fue, como aquella mañana de febrero, sin contar con el beneplácito de su esposa, se acercó al concesionario e hizo realidad su sueño: poseer entre sus manos aquel volante todo de piel y sentir como rugía el motor con un leve movimiento de su pie derecho. ¡Ah, qué placer!, y así fue, como sin más que una firma y una trampa de cinco años, aquella maravilla de la ingeniería automovilística fue suyo. Y ahora, aquí estaba, viendo lo que no veía, sintiendo que todo su mundo se había esfumado, dibujando en su rostro la imagen misma de la sorpresa.” ¡Dios mío, y cómo se lo digo yo ahora a mi mujer! ¡Pero esto no puede ser!” Repetía una y otra vez, sin conseguir dar un paso.
”Señor, ¿le ocurre algo?”, preguntó desde detrás del mostrador la chica rubia y sonriente que unos instantes antes le había cobrado. Tardó en responder. No conseguía articular palabra. Su cara se iba llenando de un sarpullido increíble mientras sus manos no dejan de temblar. “Señor, ¿se encuentra bien? ¿Puedo ayudarle en algo?” insistió de nuevo la muchacha que para entonces ya había abandonado su sitio tras el mostrador y se acercaba rápida hacia él.
Saturnino Villafran se giró. No veía a nadie. “mi coche…mi coche…”repetía una y otra vez “mi coche…mi coche…”.
Aquella mañana, mientras desayunaba había quedado con su mujer en que él se encargaría de recoger a sus suegra.”No te preocupes, cariño, yo recogeré a tu madre y su canario”. Esto segundo lo había dicho con cierto grado de sorna. “¿Para que querrá esta mujer un canario hembra?”, se dijo para sí mientras sonería a su mujer. “Saturnino, mira lo que dice tu horóscopo: en el día de hoy su sueño hecho realidad se esfumará frente a sus ojos. Pérdida irreparable.” “Bobadas”, respondió él “¿Has visto que día es hoy, cariño? a mí siempre me ha traído buena suerte este día: 29 de febrero”.
Y ahora estaba allí, en una gasolinera, donde había llevado su flamante todo terreno recién sacado del concesionario, con su suegra en el asiento del copiloto y la pequeña Piolina en el asiento de atrás dentro de su jaula rosa.
“Señor, ¿qué le ocurre?”. El solo pudo mover su brazo y señalar hacia el surtidor donde unos minutos antes había dejado su coche. Allí estaba, el surtidor marcando la cifra pagada, 50 euros, y un vacío aterrador. Ahora entendía, que no siempre los horóscopos son bobadas. Sólo había una pregunta que martilleaba en su cabeza, “¿cuando el horóscopo decía pérdida irreparable, se refería al coche no a mi suegra, verdad?”

4 comentarios:

Isa dijo...

¡Eso fue seguro que la suegra tenía carnet y él no lo sabía!
Tiene "guasa" el relatillo.¡Pobre hombre! Y el final un buen golpe. Como dice Gabriel, "esto se anima".

Gabriel dijo...

Es un relato que divierte, pero no deja de sentir uno angustia por el ritmo bien llevado, que conduce a ello. No se frena la lectura.
El nombre es de cuidado, escogido con la mala leche justa para pensar en un "pringao" desde el principio; muy bueno.
Y, coincido con Isa, el final un golpe.

Lola García Suárez dijo...

Como ésta es tu propuesta para el concurso, me reservo comentarios. Aunque se lo hice al de Gabriel (es que fue el primero y no caí) prefiero esperar el momento adecuado para decidir. De todos modos, muy bien llevado Beli.

inma dijo...

No se que decir. Necesito inspiración y ¡a un día de plazo no viene! Buen relato Beli.