jueves, 28 de febrero de 2008

Veintinueve de Febrero

Su padre, de natural olvidadizo, ponía a sus hijos en lugar de nombre su fecha de nacimiento, de ese modo tenía que pensar menos y además le ayudaba a recordar sus cumpleaños.
Sus cinco hermanos: 4 de julio, 9 de Abril, 18 de Noviembre, 12 de Agosto y 31 de octubre, no lo llevaban tan mal, pero él, eso de llamarse “29 de febrero” no lo hacía sentirse feliz.
En su estapa escolar lo empezarona llamar bisiesto, pero debido a un poco de tartamudez que tenía lo llamaban habitualmente “bibi”. En su clase había 30 alumnos y él era el 24. Siempre que llamaban al 29 se levantaban 2 para mofa de sus amigos.
En la universidad, más de lo mismo. Nuestro amigo 29 era tímido, poco agraciado a pesar de las 4 ortodoncias que sus padres le habían costeado, y de aquella carísima operación para corregir su estrabismo que lo dejó con una especie de mirada camaleónica, de la que podía intuirse que disponía contínuamente de dos puntos de vista diferentes.
Su madre, no había cesado de jugar bonolotos con los nombres de sus hijos, pero nunca había tenido suerte. Se lo achacaba al pobre “bisiesto” y éste no sabía qué hacer para salir de su círculo de infortunios. Suspendía contínuamente, se rompía los huesos con caídas pequeñas. A consecuencia de ello le había quedado una cojera que aumentaba más su aspecto desvalido.
Cuando cumplió 29, se sentía tan desgraciado que incluso pensó en el suicidio. En la empresa donde trabajaba lo consideraban un gafe y no tenía apenas amigos.
Algo inesperado estaba apunto de suceder. Una chica por fin accedió a salir con él y pronto se hicieron novios. Ella lo animó a cambiarse el nombre para que se sintiera algo mejor. ¿Cómo no se le había ocurrido a él antes? Su nombre ya no sería una fecha del calendario ¡Podía ser cualquiera! Elegiría algo original.
El día de ir con ella a los juzgados no había podido dormir. Esperaba agitado aquel instante que había ansiado durante años. Al llegar su turno el funcionario le preguntó el nombre elegido, y él sin dudarlo un momento dijo “Treinta y uno de febrero”.

3 comentarios:

Peneka dijo...

Inma, final inesperado y cargado de una sonrisa(como poco).¡¡¡¡lo que pesa la tradición!!!.Menos mal, que no te visitaba la inspiración, que si lo llega a hacer, no sabemos lo que hubiese ocurrido. Me ha giustado mucho, con unbuen ritmo y sobretodo, un magnifico final.Enhorabuena.Besotes. ¡Ah, lee tu correo!

Gabriel dijo...

¡Qué bueno el final!
Y escacharrante el golpe de tener continuamente dos puntos de vista.
Muy bien, Inma.

Isa dijo...

¡Muy bueno, Inma! Con un final que es un "puntazo". Seguiré calibrando mi reñido voto.