martes, 8 de abril de 2008

DIGNIDAD TECNOLÓGICA


Soy un aburrido elemento en desuso, y digo aburrido porque me han dejado más solo que la una. No veo más que verde; tanto verde que lo voy a aborrecer. Esta hierba que me roza me mantiene completamente húmedo, desmoronando la posibilidad de ser útil en un futuro, porque, oxidado hasta los muelles más internos, dime cómo hago para cumplir con la misión para la que he sido creado.

Yo lo sabía, lo juro; esa niña con la guasa, desde que salieron del sur, ella y sus amigas para descargar tensiones aquí, en el norte; en el verde éste que me asfixia.

No paró esa criatura de encenderme, de apagarme, de toquetearme…, haciéndome trabajar de manera muy dura. ¿A quién se le ocurre usarme en el coche? El esfuerzo que supone realizar mi trabajo de coche a coche y en movimiento es de lo más fatigoso que los de mi clase hemos podido llegar a experimentar. Mi compañero, que habrá corrido la misma suerte que yo, opinará lo mismo.

Y, claro está: las pilas se agotaron, los botones se rindieron, y a ver qué guapa de todas las que iban en los dos coches (tanto mi dueña como sus amiguitas) iban a perder el tiempo en salir de este valle, rodeado de montañas, sólo para comprarnos a nosotros unas pilas. ¡Ahora, que “pa” “to” el rollito que se han traído, que si me escuchas, cambio, cómo va eso, corto y jijí, y jajá, pa ese “mamoneíto” sí que hemos servido! ¡Y ahora, ahí os quedáis, cacho plásticos!; ¡ya se acabó vuestra hora, que donde se ponga un buen móvil…!

2 comentarios:

Peneka dijo...

Te ha faltao tiempo, compañera. Desde luego que algo parecido debió de ser el final de ese aparatejo. Me he reido imaginando, y sobretodo recordando el anecdotario de viaje. Algún día compartiré con todos los que nos leen "las aventuras y desventuras de un walkie-talki en apuros"

Lola García Suárez dijo...

Cuando Beli volvió de aquel viaje, escuché campañas sin saber de dónde. Ahora todo concuerda. Eres la única que ha tenido piedad del walkie.