lunes, 28 de abril de 2008

MICROHISTORIAS.

El califa Ahmed Ico Delseg Uro, sultán de Mushamalalesh, tenía tan mal genio que, siguiendo los consejos de su buen emir Esheme Lamet Iodobláh, decidió cambiar la lámpara. Le devolvieron el dinero.

 

La bruja Piruja de la Cartuja, una granuja, le dio al príncipe Servando Blado una manzana para curar la halitosis. El príncipe, especialista en digestivo, le recetó dos cucharadas diarias de Huelefresh y mejoró. Pero le pidió que dejara de pagarle con manzanas.

 

En Catatonia del Sur, allende los Andes, se vivía una angustia grandísima al levantarse por la mañana por una maldición del dios gordo Pantxaintxa. El director general de “arreglos y soluciones” emitió una orden que mandaba levantarse sólo por la tarde. El dios se hizo ateo.

 

En las aceras derechas de Rusia, no se podía bailar casi nada que cantara el bisabuelo de Tom Jones. El tercer hijo de Vladislav Pacharenko, Vania, hizo cruzar calles a todo el que no era capaz de iniciar una mínima danza. Así les hizo ver que lo que para uno era ser de derechas, para otros, los de enfrente, era lo contrario. He aquí por fin el origen real de la Revolución Bolchechicle. 

-¡Rufus, el té!

El gol se celebraba tras el mágico regate. Pero Rufus corrió hacia la banda, donde su madre le esperaba con la tacita humeante.


3 comentarios:

inma dijo...

Cada historia bien merecería título propio y comentario ad hoc. La de la revolución es genial y la de la lámpara también. me encantan los nombres que pones.Enhorabuena.

Isa dijo...

Las microhistorias, estupendas, y los nombres..., eso sí que tiene mérito.

Félix Amador dijo...

Mal genio, jajaja, "mal genio". Qué bueno eres cambiando el sentido a las palabras. Hay que tener un cuidado...