jueves, 3 de abril de 2008

SIN MIRAR.

Las ganas de llorar se me habían pasado antes de llegar la noche. Por eso mis ojos atendieron la mirada del espejo, mucho más decididos que los míos a buscar de nuevo alguien con quien arriesgarse en el juego del amor. Seguí las instrucciones al pie de la letra y, una vez preparado, me despedí con el mismo gesto que me devolvió.

Puse un pie en la calle y sentí el vértigo de no coger su mano para andar. Recorrí varias manzanas aprendiendo a respirar y paré sin saberlo en el bar de nuestras charlas, proyectos y peleas incluidas. Pero no pude entrar. Choqué con alguien al volverme, me disculpé sin mirarle y volví a casa.

No quise llamarle porque la voz delataría mi pena. Con el cuerpo cansado, me levanté para revolver armarios y después, como un pintor, decoré mi cara hasta tapar los surcos de las lágrimas. Entonces me atreví a salir. Hay que buscar, me dijo la cara maquillada.

Era un andar sin saber a dónde, de modo que mis zapatos me llevaron al bar de siempre, donde aprendimos a mirarnos y a reír juntos, antes de dejar que lo nuestro se partiera en pedazos. Pero no pasé de la puerta. Incluso tropecé con un tipo que tampoco llegó a entrar. Me disculpé sin mirarle y volví a casa.

2 comentarios:

Peneka dijo...

Me has dejado sin palabras para escribirte un comentario. No te miento si te digo, que es lo más hermoso que te he leido. Me dado justo en el centro de mi corazón.
Esto no tiene nada que ver con lo que comiste de pequeño o comes a diario. Tiene que ver solo con el corazón y su lenguaje, silencioso y oculto a veces, pero siempre lleno de vida.
Permiteme ofrecerte un beso lleno de luz de amanecer, de brisa marina y como no, de noche estrellada.
¡¡¡PRECIOSO!!!

Isa dijo...

El comentario de Beli también me ha dejado sin palabras. No nos tienes muy acostumbrados a esta transparencia de sentimientos en tus relatos y el efecto al encontrarlos así, desnudos, desmaquillados y frente al espejo, es desgarrador. Cuando un hombre llora (a ver si lloramos más, que Miguel Bosé lo decía sólo en plan irónico cuando cantaba aquello de "...los chicos no lloran; tienen que pelear...")parece que, ante la falta de costumbre, nos enternece verlos casi mas. Pues eso nos ha pasado contigo, campeón.
No sólo es precioso; también es muy bueno. Enhorabuena.