La banda de Bob el malo
acabó balaseada
y saturada de palos.
Fue la semana pasada.
El comisario Tomás
los dejó sin contemplanza,
por todita la explanada,
desparramados no más,
llenas de tiros las panzas.
Pero el cabecilla huyó.
Peligrosón y listillo,
en un jaco se montó
y se escurrió como un pillo.
Tomás se sintió fatal
de no arrancar la cabeza
a una hidra que, en certeza,
se reharía al final.
Así que montó a caballo
y se largó tras el otro.
Pero se extrañó: su potro
parecía tener callos.
Jaleándole, detrás,
Bob el abuelo, el matón
padre de Bob el maloso,
de la risa atragantado,
veía montar a Tomás,
con el trote remolón,
de un burro parsimonioso
de pura sangre pintado.
3 comentarios:
para la banda de los hermanos Dalton. Un beso.
parece la banda de los hermanos DAlton. Me ha gustado la historia. Besos.
Gracias, don Fernando. Abrazos y bienvenido.
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