viernes, 9 de mayo de 2008

IMPOTENCIA

A galope entre el tiempo y los anhelos,
puedo sutilmente observar, sin remedio alguno,
que lo primero reta sin piedad a lo segundo;
y yo, simplemente, no lo soporto.

3 comentarios:

Gabriel dijo...

No se pueden ordenar las palabras con más arte para ponerse delante de la prisa (la que mata lo que se hace pensando en lo siguiente, o en lo otro), y decirle, simplemente, "¡basta, quieta ahí!".
Si hay microrrelatos, hay microtratados de filosofía. A cualquier otro le sobrarían varios tomos.

Peneka dijo...

Sigo anhelando que el tiempo ceda a mis deseos y que no sea yo, quien esclava de él, piense en ocasiones que ya es demasiado tiempo.
¿morirá el amor por ser vixtima de un tiempo lento y tedioso o por el contrario, por un correr sin freno de las horas?

Isa dijo...

Es preciosa tu pregunta. Si supiéramos por qué se muere el amor, jugaríamos con mucha ventaja. Aunque creo poder intuir algunas razones que ayudan a sepultar las cenizas de la hoguera, que por grande y poderosa que sea, siempre acaba por extinguirse. ¿Condición humana la de proveernos de nuestra propia desdicha? ¿O quizá torpeza?
Mientras tengamos un mínimo rescoldos, el trabajo del amante debe ser el de talar a diario, para que el fuego resurja.