viernes, 23 de mayo de 2008

ÚLTIMO INTENTO.

-Ya puedo ver bien otra vez, ¡no estoy ciego!, -gritó el abuelo Cosme.

-Demuéstrenoslo, -contestó el yerno, Cayetano, dueño del piso, doblando el periódico.

Don Cosme se agachó y, bajo la media luz del pasillo, recogió un imperdible del suelo junto a los pies de su hija, Nati, que preparaba la cena y no quería disgustos.

-¿Qué? ¿Eh? ¿qué? –preguntó el abuelo, triunfal.

Cayetano permaneció callado intentando recordar una película sobre la II Guerra Mundial.

Don Cosme hizo ver a su hija que tenía un zapato de cada color. Ahí dio un buen golpe.

-Vamos a tomar algo, para celebrarlo -dijo Cayetano.

-Sssi, una cervecita aquí al lado, -dijo Nati, loca de alegría por no tener que freír pescado de noche.

Tras tres pasos iguales, don Cosme abrió la puerta de la calle.

“La gran evasión, así se llamaba” se dijo Cayetano.

Antes de salir, don Cosme se arregló el pelo frente a la pared.

Cuando cerraban la puerta, el nieto preferido de don Cosme, Blasito, preguntó:

-Abuelo, ¿qué te parece el cuadro que he puesto al lado de la puerta en lugar del espejo?

A don Cosme no lo llevarían a Disneylandia. Pero Nati ya estaba en el portal y se libró de la fritanga.

5 comentarios:

Isa dijo...

¡Qué golpe, oiga usted! ¡Buen microrrelato!
¡A ver cuándo lo celebramos nosotros! La cervecita la tenemos pendiente.

Lola García Suárez dijo...

Este relato me suena, me suena. Confieso que en mi escuetos conocimientos me cuesta trabajo pillarlo. Lo he leído varias veces y obtengo diferentes lecturas. Con la que me quedo me transmite pena, me emociona. ¿Me arrojarías alguna luz?

Gabriel dijo...

Me da miedo reconocer que no hay objetivo previo antes de escribirlo. Después, surgen detalles cotidianos, de convivencia, generacionales, qué sé yo, que al retratarse parecen más duros.
Pero nada salva el hecho de que el abuelo no ve nada y se inventa su agudeza visual para que lo lleven de viaje.
La referencia a "La gran evasión" se basa en una escena en la que un preso "prepara" una demostración de agudeza visual para que lo lleven consigo fuera del campo de concentración, a la libertad. En mi relato vale con Disneylandia, pero el joío niño ha cambiado el espejo y el viejo se peina frente a un cuadro. Mala suerte.
Ni la hija ni el yerno se agobian. Supongo que el abuelo lleva ya tiempo intentando convercerles de que todavía ve bien.
Besos varios y gracias, chicas.

Lola García Suárez dijo...

Siento Gabriel haberte hecho dar una explicación sobre tu relato porque quizás le he quitado el encanto. Pero me alegra saber que entendí su mensaje y he disfrutado de él igual que de su explicación. Gracias.

Gabriel dijo...

Ni mucho menos te apures, Loli. Al contrario. Me gusta discutir ideas y, en este caso, referencias cinematográficas que dieron en el cuento. Me da que compartimos la ternura que provoca la lucha del abuelo por demostrar que está vivo, con ganas de juerga.
Gracias de veras. Esto sí que se anima. Besos varios.