lunes, 1 de septiembre de 2008

SIN CEREMONIAS.

El bufón Golin, alabado por su poesía, acudió a la recepción que el duque de Blomsfield daba en su castillo para agasajar a los caballeros Tobías Templeton y Jonás Manheit y agradecer su ayuda en la batalla de las llanuras de Golada, donde masacraron las huestes del conde de Galatan traicionando su confianza y pasándose al lado de Blomsfield. Tenía preparados para ellos fiestas de tres días, asagajos y buen vino, el mejor, traído del sur de Francia.

Golin llegó al castillo con su compañía de bailarines, acróbatas, comefuegos y magos.

A la hora de hablar de la gran victoria en la batalla, el duque y los caballeros se levantaron, desataron las corazas de su pecho y se abrazaron mientras cogían tres jarras enormes para brindar.

En el momento en que las cabezas de los tres caían al suelo, recién cortadas por la espada de Golin, aún parecían gritar de entusiasmo. Habían derrotado al hombre más valiente de Inglaterra, Leonardo de Galatan. Pero su hijo, Golin, evitó que lo celebraran.

2 comentarios:

Isa dijo...

Golpe certero el de la espada y más aún el de tu microcuento, el cual se me antoja redondo.

Lola García Suárez dijo...

A esto se le puede aplicar lo de el que ríe el último ríe dos veces, o tres.