viernes, 9 de enero de 2009

FACTOR DE CORRECCIÓN.

Abel Mascajabas compró a su hijo José una docena de lápices iguales. Conteniendo las lágrimas, le rogó que hiciera una utilización simultánea de ellos para que el desgaste fuera lo más homogéneo posible, con la idea de que si un lápiz dura un trimestre según el uso normal, al pasar tres meses estuvieran en buen estado las once doceavas partes de todos los lápices, cuya longitud comparativa, gracias al procedimiento propuesto, se mantendría constante. El destinatario del regalo, presa de un ataque de amor filial, contestó que daría de modo inmediato curso a su petición, realizando el manejo más adecuado que tendiera al resultado previsto, si bien tenía que introducirse un leve factor de corrección en los delicados cálculos hechos a priori por su progenitor: Le encantaba comerse los lápices.

 

3 comentarios:

LaRubia dijo...

Este ratón me recuerda a mí, de pequeña, cuando partía bolis bic a base de morderlos.
Ahora mi madre no gana para dentistas

Isa dijo...

¡Uy, qué bueno! Redondo este microrrelato, que parece asustarte al principio con esos malavares matemáticos, para acabar en un final de tal sencillez y tan lógico. ¡Me ha encantao!

Isa dijo...

Perdón por esa "v" que se me ha colado en "malabares" y que aún no sé corregir, una vez que se publica el comentario.