viernes, 2 de enero de 2009

Fragor

Esta mañana, al abrir los ojos te encontré sereno a mi lado,
eras como un océano dormido y tu respiración,
clavada en mi nuca, murmullo de bajamar.
Presentí frágil la delgadez pálida de tu cuerpo
y preferí no perturbarla con las ansias oscuras de mis dedos.
Recuerdo, de cuando aún era de noche,
tu voz persistente como lluvia de invierno repitiendo mi nombre
y yo, atrincherada en las esquinas conquistadas de tu colchón,
me armé de sábana y almohada
sin dejar que te erigieras héroe de esta particular batalla.
Caído el muro, hecho el amanecer,
clavaste las rodillas en el suelo
con el convencimiento de que nadie más,
salvo tú y yo,
reinamos en este reino.

2 comentarios:

Gabriel dijo...

Algunos poetas han intentado hablar de amor para abrir corazones y algún corpiño.
Otros lo han hecho para marear y conseguir más o menos lo mismo.
En tu poema, por fin, se dice que a esto de amar se juega como dicen las mujeres. Sin puertas ni prisas.

Un fantástico canto de verdad.

Besos.

inma dijo...

Magnífica noche de pasión sin tregua, de amor y batallas sin necesidad de ganadores ni vencidos.Me gusta.