miércoles, 7 de enero de 2009

Por si acaso

Y sola en aquel caos que era su hogar, pero que había elegido por voluntad propia perdió a su jerbo. El animalito necesitaba algo más que unas pipas en su jaula y se aventuró a salir en uno de tantos descuidos de su dueña. Le costó empujar la puerta el día que se la dejó mal cerrada y huidizo como sus parientes los ratones, se instaló entre la olorosa ropa que encontró bajo la cama.
La búsqueda infructuosa del animalito no cesaba, pero sólo a ratos, pues no quería perder más tiempo del necesario en su búsqueda, y los montones de revoltijos desperdigados no ayudaban. El jerbo comía a su capricho cuando la joven salía, y aprovechaba para burlarse del conejito enano que aún no había visto su oportunidad de liberación. Durante unas semanas encontró su paraíso perdido, durmiendo junto a sus pies en las noches frías de invierno sin que ella se percatara de nada, hasta el fatídico día en que se decidió a poner una lavadora. Cuando fue a tender, pensó que alguna pinza había caído por el estrecho hueco del patio de vecinos de donde pendía el tendedero. Era una quinta planta.
Aún deja comida a su pequeño jerbo en la jaula con la puerta abierta, por si regresara.

5 comentarios:

LaRubia dijo...

Que penita de jerbo, pirata queriendo conquistar otras islas que acaba de la peor forma.
De alguna forma siempre estará ahí, como las ganas de su dueña para que vuelva.
Sencillamente perfecto.

Gabriel dijo...

"Por si regresara"; qué triste saber la verdad desde este lado del cuento. Que nadie vaya a decírsela: Ese jerbo era su ángel de la guarda.
Precioso cuento.

Isa dijo...

¡Qué lástima!
Digo como Gabriel: que nadie se lo diga a esa criatura. Muy bonito, Inma, y muy bien hecho.

Anónimo dijo...

Exquisita forma de describir un desastre de mujer con claros síntomas de Diógenes. Sin una palabra insultante o peyorativa consigues imaginarla metida en ese caos de casa.
Pero toda esa dejadez y pasotismo cambia radicalmente al final, con un giro que nos hace pensar: ¿se lamenta de la pérdida de un amigo que le daba compañía cuando ya no hay remedio?
Si es que no sólo de pipas vive el hombre, y menos se conserva una amistad.
Oye, que esa frase tan corta “Era una quinta planta” hasta me ha dolido a mí.

Preston dijo...

This is fantastic!