jueves, 21 de octubre de 2010

MI ABOGADA.

Soy un buen cirujano y ayer en el juicio, gracias a mi abogada, quedó demostrada mi inocencia. Antes, por su intervención, pude quedar libre bajo fianza para coserle la extremidad superior derecha a mi amigo Franz Skoolidge, quien defendió que yo no fui el que mató a esos viejos en la mesa de operaciones. Franz juró mil veces que daría un brazo por sacarme de este embrollo y su pasión al ponerse de mi lado le hizo descuidarse con la sierra grande de su taller. Pero soy un buen cirujano y le he dejado como nuevo. También mi abogada consiguió que se me permitiera acudir como médico a los trasplantes de piel de mi hermano Abel, harto de discusiones acaloradas a mi favor, que en un despiste cocinando se quemó los cinco dedos que utiliza para la batuta al dirigir la orquesta. Él siempre afirmó que pondría la mano en el fuego por mí. Hubo suerte y las delicadas capas de piel que le trasplantamos han hecho que el domingo pasado sacara adelante La Flauta Mágica de Mozart con un gran éxito en el Metropolitan. Me siento bien, una vez recuperada mi imagen profesional y casi, casi igual en lo personal. Esta tarde elegiré modelo de parche, teniendo en cuenta que la minuta de mi abogada me ha costado un ojo de la cara. Para eso no pude aprovechar nada de lo que hice con los viejos en la mesa de operaciones.

9 comentarios:

Paquita dijo...

Gabriel querido:es una pena que tan maravilloso cirujano tenga queir ahora con un parche en el ojo
por la abusona de su abogada.Pero
al menos ha recobrado su prestígio
profesional, espremos que el parche
le favorezca. Un beso.

Anónimo dijo...

Gabriel, tengo curiosidad: ¿al final era culpable? Entiendo que el cirujano era una suerte de "gafe-brujo", pues se cumplían las "metáforas", por eso lo del amigo y el hermano, y lo del ojo de la cara, el pobre, con su parche... me encanta. Como dice Paquita, esperemos que le favorezca, jaja, piratón piratón.
Pero lo de los viejos no lo cojo, soy cortito y me gustaría que me lo explicaras, don inventor. Abrazos de un curiosón curiosón.

Gabriel dijo...

Pues para mí que el hombre era culpable y lo reconoce al final, donde, además, relata en qué ha ido pudiendo colocar las piezas que sacaba del desguace.
Pero, se ponga como se ponga, este tuerto por tarifas elevadas de abogada ha conseguido hacerte aparecer por aquí. Y eso es desfacer un entuerto.
Y a Paquita, que me descubro por lo de pensar en que le quede bien el parche. Genial, jajai.
Besos y muchas gracias.

Anónimo dijo...

Qué arte, Gabriel, claro que sí, lo reconoce al final, y peazo de abogada que se buscó, jaja. Muchas gracias por "masticarme" el entuerto, jaja. A este torpón le ha encantao tu cuento.

Isa dijo...

¡Qué bueno! Yo decía, "verá, verá al final", y aún esperando un puntazo de los tuyos, me ha sorprendido. Genialmente resuelto, como siempre. Yo quiero más abogadas como esas para canallas como estos.

Un abrazo, artista.

inma dijo...

Y yo me pregunto ¿qué hizo la abogada con el ojito del cirujano?¿acaso era tuerta tb y le exigió trasplante? para ser tan perverso el cirujano tenía buenos amigos ¿a q sí? el parche se lo recomiendo verde, ja, ja, ja

Peneka dijo...

¡Qué manera de utilizar los chascarrillos!
¡Qué bien resuelto y qué final más bueno y más tuyo!
Como siempre, me has arrancado la risa. Eres un mago de la risa, sin ninguna duda.

Besitos de refalíz

Clea dijo...

¡Por los pelos se salvó este cirujano!
Y menos mal que la abogada sólo le cobró un ojo, suelen costar un riñón (cuando no un huevo).Glup.


¡Besos!

Gabriel dijo...

Genial la prolongación orgánica que propones, Clea, para el pago en especie, pero como bien dices, escapó de una autoautopsia.
Besos.