jueves, 31 de marzo de 2011

Vivir o morir, todo es ponerse.

Farabundo Argabites, hijo del gran primer actor Sweet Long Valladares, estaba harto de morir. Lo había hecho en cientos de circunstancias y no siempre resultaba ileso después de levantarse una vez más, ni recibía los aplausos esperados, aunque lo buscaban todos los grandes directores para ese tipo de escenas.

Ayer, al incorporarse tras una aparatosa caída de perfil, decidió que estaba harto, que este trabajo como actor especialista de constante morir no era vida para él.

Se presentó en la azotea del estudio Grosellën, en pleno rodaje de la escena cumbre de la gran superproducción Los zarcillos de los codos de la prima de tu mujer, de Otto Valheimer, y le dijo:

-Verá usted como soy mejor matando que muriendo, querido.

Y allí mismo despachó a tiros a dos maquilladoras, uno de vestuario, feísimo, los cámaras uno y tres y al ayudante de producción. Y con un mínimo de balas: ni media caja. Los cadáveres, poco a poco cayeron sobre tarimas de madera, suelos de mármol y tierra batida, como en el tenis. Y, sin excepción, a un ritmo que el único cámara que sobrevivió, el dos, supo captar en toda su intensidad. Y en una sola toma.

-Bashta, bashta, -le dijo Otto a Farabundo en su mejor castellano-. Mañana, a lash cinco, en este plató y sin ropa. Estás contratado. Estúdiate lash escenas ocho y nueve, lash de la masacre en la fábrica de boinash. Harás de boina, una prenda inmortal, que siempre vuelve. Y ahora, recoge del suelo a esta gente, que tenemos escenas pendientes de grabar y queda la luz justa.

-Sí, señor, síiiiiiiiiiiii, -gritó Farabundo-. Muchas gracias, -dijo girando la cabeza y cayendo hacia el vacío, unos cuarenta pisos más abajo, al no escoger bien una puerta de salida. Gracias al cámara dos, atento, tampoco hubo que repetir la toma.

Al oír el impacto contra el suelo y observar la postura en que quedó, Otto Valheimer comentó con los pocos ayudantes que le quedaban que aquel hombre, a pesar de su baja autoestima, sabía morir como estaba mandado. Como un profesional.

4 comentarios:

Peneka dijo...

No hay ninguna duda:
.- para crear historias irreales: eres elnúmero uno.
.- para que parezcan reales: eres el número uno.
.- para arrancar una carcajada: eres elnúmero uno.
Por lo que, después de analizadas las pruebas,y por aclamación, se le nombra EL NÚMERO UNO (ahora solo queda saber si eso sirve para algo, jajajaja)

Eres genial amigo. Me has hecho reirme al comenzar el día y eso es un buen presagio. Gracias.

p.d.-"se te echó demenos en florilegio"

inma dijo...

¡Que contundente eres, amigo, matando gente! y además con una tranquilidad que nos dejas pasmados.Me parece muy divertido el relato aunque un poco "negro" ¿no podían ser balas de fogueo? ¡pobrecitos todos!

paquita dijo...

Bueno el figurante arto de morir
se cargó amedia compañia, Como dice
Peneka- que creo que es Beli-yo
tambien pienso que eres primero en
todo 3en ingenío, humor,inventiva
etc. un beso con risas y "disparos"

clinclinclinclok dijo...

Pues permitidme que me una a los elogios.
Gabriel es tremendamente bueno. Un lujo poder leer sus diatribas, desvaríos y elucubraciones, y un reto mantener la cordura después.