domingo, 1 de abril de 2012

OfICIO DE ESCRIBIR (5).

Precipitación.

Jack Torrence recibió el encargo de escribir una breve biografía de su suegro, Mortimer Grow, el lunes por la mañana. Por la tarde, un desconocido contratado por unos accionistas de la empresa de Mortimer, le encargó que lo matara.

-La mitad del dinero está bajo tu cama. La parte de debajo de los billetes, para ser exactos, -dijo la voz al teléfono antes de colgar.

Jack debía darse prisa para poder terminar las dos cosas. Estaba acostumbrado a trabajar bajo presión.

La vida de Mortimer era la de un hombre que se hace a sí mismo haciendo la vida imposible a muchos hombres más. Entre ellos, Jack Torrence, esclavo de su condición de yerno con contrato indefinido y sueldo infinitesimal, tendiendo a cero.

El documento, preparado para ser un depósito de fechas y grandes acontecimientos de la vida del magnate, se paró en blanco. Jack pensaba en su trabajo de por la tarde y medía los preparativos, pero no podía hacer las dos cosas al mismo tiempo. Lo malo era no poder cambiar el orden de las dos faenas, lo que sería mucho más lógico. Llamó al teléfono que le dieron y el desconocido se negó a alterar los horarios. Además, ellos querían acudir también al acto de la biografía. En casa de Mortimer se comía bien.

Jack intentó que la biografía incluyera las etapas más significativas en la construcción del gran hombre. Pero, viendo la hora, se preocupó de reseñar las pequeñas imperfecciones del ser humano que había tras el semidiós; unas inclinaciones al juego, las mujeres y demás debilidades que, dado que la señora Grow ya no vivía, no harían demasiado daño.

Sin grandes frases, incluyó episodios de fiestas donde él mismo, junto con algún amigo íntimo, había tenido que ir a recoger a Mortimer en más de un motel perdido en caminos de tierra. El mismo Mortimer pagaba en efectivo alguna que otra multa de jueces comprensivos y se dejaba llevar a casa. Todo esto, si el gran jefe sonreía, haría que los invitados de la fiesta aplaudieran y brindaran por él, que firmaría el pequeño libro –unas veinte páginas- como recuerdo. Pero también haría que nadie dudara de la causa de la muerte. En documento aparte, apuntó algunas notas para no fallar en la bebida que tendría Mortimer en su copa.

Antes de la hora de comer, Jack tenía el borrador preparado aunque sin corregir, pero lo envió a toda prisa desde su ordenador para su impresión.

En cuanto terminara de leer la introducción y algún capítulo, Mortimer debía caer fulminado y quedarse allí, muerto delante de todos los amigos e invitados.

Cuando Jack levantó su copa y brindó a la salud de su suegro, después de su breve lectura, Mortimer le agarró para que no cayera al suelo.

-Es un trabajador incansable, -dijo el anfitrión al público-. Esta misma mañana ha terminado este pequeño cuento sobre mí y me lo ha enviado para que lo revisara antes de la encuadernación. Yo mismo he tenido que encargarme de llevarlo a la imprenta.

Mientras cogía la copa de Jack y pedía ayuda para llevarlo dentro de la casa, se despidió de sus invitados:

-Le pondré a descansar un buen rato. Tiene mucho estrés y he tenido que darle la tarde libre; disfruten de la fiesta.

Ni uno sólo de los accionistas aplaudió.

1 comentario:

inma dijo...

¡No me puedo creer que mi comentario de la semana pasada no esté por ningún lado!Lo hice desde el portátil, y eso no es excusa para que no aparezca.
Este relato me parece algo más complejo de lo habitual, quizás por la premura de tener que escribir el relato y matarlo en el mismo día. ¿Cómo es que dejan su teléfono los asesinos? ¿Y cómo es que al final el suegro mata al yerno? quizás no lo he comprendido bien, pero encima que era mano de obra barata ¿por qué iba a matarlo si escribía tan bien sobre él?