miércoles, 29 de mayo de 2013

LA MIRÉ


La miré, y su cuerpo se me hacía
como un junco, tan alta y tan flexible,
con su andar que fundía los fusibles
reflejando toda la luz del día.

Cuando con sus pestañas me dio el alto
sus ojos me tocaron a rebato:
para mirarla más sin sobresalto,
detuve mi latir con un mandato.

Algún amigo mío contó, acaso,
la maldición bendita de su risa:
es una de esas cosas que te avisan,
pero no fui capaz de hacerle caso;
y el caso es que paré con insolencia,
como lo haría un diestro en la Maestranza,
pero me enamoré sin esperanza,
sin un poco de la mínima prudencia.

No hice caso, como el torero haría,
de un taxi que por poco me esquivaba,
una moto y un coche que gritaban
y algún que otro frenazo del tranvía.

Dijo ella el momento del rescate,
retornando su andar acompasado,
con la brisa y su bambú como remate
de la fiesta de estar allí a su lado.

No conozco su nombre ni un detalle,
pero he memorizado su mirada
pendiente de que haga otra parada
y yo me pare en medio de la calle
para que me devuelva de la nada
de andarme por la vida sin su talle.

3 comentarios:

Peneka dijo...

¡ay,ay,ay...que te como!

No sé cómo lo haces, como juegas con las palabras, con los requiebros, con las miradas...

No sé cómo lo haces, que me enamore sin remedio y pida al cielo tu destreza, y enamorarlo con poemas, con historias, con momentos...

¡ay,ay,ay, que te como...!

inma dijo...

¡Así da gusto! Poema con buen ritmo y amor trepidante que pellizca el alma por lo espontáneo e ingenuo del prota. Amores de esos creo que ya no hay, pero gusta leerlos para comenzar el día con buen humor. Un besazo.

Paquita dijo...

querido GGabrbriel parece que voy a tener suerte y puedo mandar un comen
tario a tu poema. me ha gustado como
todo lo que escrives,ademas es un
amor tan grande que hasta esta a punto de ser atropellado varias veces
vamos amores de los que no quedan.
Espero que este cacharro siga activo
y retomo la buena costumbre de escrivir de nuevo. Un abrazo fuerte.

Paquita.