viernes, 2 de noviembre de 2018

DESPUÉS DEL FUEGO

Al poco de nacer, ya hablaba. Le contaba a mi padre que de mayor quería vivir en un árbol, porque me gustaba que mis pies siempre tocasen madera, tierra y yerba. Y con los años eso hice. A menudo me escapo del asfalto, y vuelvo a la cabaña del árbol que se hace verde en mi corazón con cada primavera, da sus frutos en verano, se dora y se desnuda en el otoño, y viste con sus galas de mayor pureza todos inviernos; pero que con el frío ya predice y siente que el nuevo palpitar está muy cerca. 
En mi corazón están las flores, y las lunas, el fuego el aire, la tierra, el agua y todos los hechizos, toda la magia y la fuerza para expresarla. 
Mi corazón de bruja lleva dentro la libertad que arrebataron todas las hogueras. 

3 comentarios:

Gabriel dijo...

¡Yo quiero que todas las brujas sean así, y después que todos seamos, por fin, brujos! De momento, y con la humedad del aire que me ha traído el otoño, doy el primer paso: me quito los zapatos.
Puro contar poético, Isa, porque contiene miles de cuentos mágicos.
Un beso.

inma dijo...

Veo aquí un nuevo reto literario. A ver, a ver.
El relato es de una prosa poética impecable. Coincido con Gabriel en que destila magia. Yo también quiero ser bruja y sentirme así de bien. BEsos.

isa dijo...

Gracias, amigos. Me he comido por ahí un artículo y lo voy a revisar un poquito. Lo colgué muy rapido... Jajaja! Pero me encanta que os guste. Besos de Brujilla Pirujilla