sábado, 17 de noviembre de 2007

TRAMPA MORTAL


Tu posible presencia en la nebulosa infantil de los sueños, hace que tu nombre suene con un toque de irrealidad.

Presente en el mundo de los cuentos, en vez de mostrar tu naturaleza cruel, más bien confundes, evocando el recuerdo de algo bello.
Te conviertes en el arma del coleccionista, en el cazador de princesas; un asesino de la libertad, del color y las alas..., el paso previo.

Después de ti, sólo queda el alfiler.

7 comentarios:

Gabriel dijo...

Un cuento terrorífico, capaz de juntar a la más cruel de las princesas con la más dulce de las brujas. Muy bueno.

Anónimo dijo...

¡Pisando fuerte Isa! Me encanta cómo me arrastras a tu alucinante mundo interior. Destapas todas “las tapaeras del sentío”, dejando escapar los más exóticos aromas. Los jugos gástricos hacen el resto.
¡Buen comienzo!

Anónimo dijo...

Gracias, G.Francisco. Gracias a ti también, Ailema por vuestro comentario.
Estoy deseando que todo el mundo se anime y empiece a colgar sus textos, para que así se vea cumplido el deseo, por el cual este blog ha sido creado: disfrutar y hacer disfrutar a los que, como nosotros, vibran, sueñan, lloran y ríen ante la palabra escrita. Un beso y a seguir la aventura.

Lola García Suárez dijo...

Tus palabras revitalizan las posibles neuronas durmientes. Gracias por contagiarme las ganas.

Anónimo dijo...

De la nebulosa al sueño, del cuento a la realidad, que se hace punzante. Y después del pinchazo, qué queda, qué es lo que brota del agujero. La muerte de la mariposa y su nueva vida para el coleccionista, que la contempla a la vez que la venera. La colecciona. De la bruma al tiro de gracia. Isa mía. Cómo duele el mundo tras el cristal.

Anónimo dijo...

Este comentario de mi querido Lorenzo te deja tan sobrecogido como el relato mismo, ¡Es otro relato! Tenía que ser Loren, con toda su sensibilidad a cuestas.

Anónimo dijo...

Lorenzo mío. Tu comentario, como Ailema dice, es otro relato generoso, engrandecedor. Gracias,mi poeta; has visto el color de la belleza y el dolor que yo quería mostrar.