sábado, 8 de marzo de 2008

CASCARÓN

La gallina Yayita, en sus últimos análisis con el ginecólogo, dio un porcentaje de calcio elevadísimo. La granjera RosaMá Polanco, su dueña, se preocupaba mucho por sus primerizas y las llevaba a una revisión profunda para su primer huevo.

Al amanecer, Yayita notó las primeras contracciones y dijo (Diccionario Gallina-Castellano, Castellano-Gallina, Edit SM) “¡Ya está aquí, se llama Pirri!”.

El elipsoide era de un blanco y formas perfectos. Pero duro como una piedra. Dentro, el pollo Pirri no era capaz de estirarse y salir. Pasados los primeros días de incubación, RosaMá se preguntaba cuándo estaría listo para jugar con los demás pollos, quedarse como gallo, o ser el segundo plato del domingo. Al no asomar, se probaron golpecitos primero y, finalmente, martillazos. Todo sin resultado.

 Hoy, un año después de aquello, Pirri permanece lleno de vida y da sabios consejos a los gallos desde el interior de su cáscara, con voz profunda y un gran sentido común. Desde la repisa donde vive, sólo elude temas de viaje y programas televisivos. 

3 comentarios:

Isa dijo...

Muy a tu estilo. Te imagino contado este cuento a los niños. Creo que sería un espectáculo. Está muy bien.

Lola García Suárez dijo...

Me ha encantado la idea de la sabiduría que uno puede atesorar si se mantiene impermeable a los estímulos exteriores. Muy en relación con la filosofía oriental. Pero a veces a que salir un rato del cascarón para dar una vuelta.

Diáfana dijo...

¡Me encanta!
Una especie de huevo oráculo, duro como una piedra, claro, no vaya a ser que alguien demasiado curioso quiere ver el interior.
Que bien me sienta leerte.
A partir de ahora seras mi pastillita para los días tontos