lunes, 18 de agosto de 2008

FELIZ CUMPLEAÑOS.

Querida Margarita:

 

Quiero que sepas que te buscaré al cumplir los dieciséis, para que mi niñez no estropee tus besos, y yo sepa abrazarte. Tú tendrás prisas, pero, como todas las mujeres, harás que parezca que soy yo quien no controla sus ansias.

Antes, habrás conseguido el día en que esa casa, la que siempre está llena de gente, se quede sin nadie, diciendo a unos que otros la ocuparán. Y estará vacía para nosotros.

Llevaré flores, y elegirás sin mirar una para ponerla en tu boca. Seguiré el camino y morderé tus labios, porque serán más rojos, pero te robaré la flor.

Intentaré decirte que te quiero, pero me detendrás a tiempo y te lo agradeceré.

Me harás entrar cogido de tu mano y respiraré hondo, pero no perderé el miedo hasta mucho tiempo después, calculo que unos cincuenta años.

Mientras, te dejo la mitad de mi manzana, mi canica favorita de cristal y dos lápices. Cuando pintes con ellos, levanta el dibujo y podré verlo desde mi banca. Luego, a la salida, mírame cómo me tiro del tobogán más alto. Te saludaré sólo con la mano y tú haz lo mismo. No quiero que los demás niños se rían de mí si me mandas un beso.

Se me olvidaba decirte que no podré ir a tu fiesta. Pero mira en tu mochila y verás una vela roja con forma de número siete para tu tarta.

Feliz cumpleaños.

4 comentarios:

FERNANDO SANCHEZ POSTIGO dijo...

Me uno a esta linda y bonita felicitación cumpleañera.

besos.

Lola García Suárez dijo...

Realmente hermoso, delicado. Gracias por traernos recuerdos de infancia.

Peneka dijo...

¿y por qué nadie me deja en mi mochila una velita roja?¿tal vez, porque el número ya es un poquito grande?
Es precioso tu relato. Ende luego, tienes más registros que el de la propiedad.
Besitos azulados como el m ar, como tu mar de "Cadi"

Isa dijo...

Me ha gustado esa sensación que transmites en este relato y que sin remedio me ha hecho recordar a mi primer amor. Me ha llamado la atención la precocidad de los pensamientos del niño, de la misma manera que me llama la atención cuando recuerdo los míos propios a esa edad (bueno,los míos eran menos precoces que los de tu niño, seguro; pero sin duda, más de lo que los mayores llegaban a creer). Y me ha encantado volver a leerte. Buenísimo el primer párrafo.