jueves, 11 de septiembre de 2008

el sobre



Miraba a diario su buzón. Lo abría lentamente a pesar de que a través de los pequeños agujeros podía saber que no había nada. En su interior, un negro metálico. El vacío. Cerraba la puertecita y giraba la llave. Sonreía con tristeza mientrás contaba uno a uno los escalones de la escalera.
Siempre igual. Cada día lo mismo.
Aquella mañana introdujo la llave en la cerradura del buzón. Como a diario. Al abrir la puertecita encontró un sobre azul sin dirección ni remitente. Sólo una frase: PARA TI. Miró a su alrededor. Se sintió objetivo de unos ojos ocultos, invisibles. Nada a su alrededor. Nadie más que él. Miró en el interior del sobre. Una nota verde. Dos palabras: NO LLORES.
Guardó la nota y tiró en la papelera, sus lágrimas sin usar.

5 comentarios:

LaRubia dijo...

Que cierto es Beli, qué cierto. La vida no está para llorarla, está para mecernos en estrellas y sonreir mientras se suben uno a uno los escalones del día a día.
Habría que hacer del final de tu texto una ley universal.
Magnífico.

Lola García Suárez dijo...

Esto me parece ya insuperable, Beli. Podríamos calificarlo como metarrelato: va más allá de los datos, los detalles, los conflictos, es puro en sí mismo. Absolutamente conceptual.

Isa dijo...

¡Es fantástico, Beli! ¡Buenísimo! ¡Genial! ¡Vaya microrrelato!
Me parece todo eso que te he dicho y también valiente, alentador y de una fortaleza que para mí quisiera. Es redondo, y me hace pedirte que no abandones este género. Sigue sorprendiéndonos como hoy.

Peneka dijo...

No creí qaue fuese para tanto cuando lo escribí. Me abruman vuestros comentarios. Me hacen decir ¡¡¡ojú!!!.

Intentaré no defraudaros de aqui en adelante.

Gabriel dijo...

Esto es lo mejor que te he leído, Beli. El final, contundente. Todo el relato, sin fisuras. Ningún comentario es exagerado, porque todos percibimos lo sólido de tu relato, la sensación de algo que narra desde el principio, que cuenta y detalla, que pone suelo al pie.
Por supuesto que:
1) No sabes defraudar.
2) ¡Ojú!