jueves, 9 de octubre de 2008

...Y DESPUÉS LA DEVOCIÓN.

Jorge Jesús y Alejandra Clementina se casaron en 1968, en verano.

Nada más terminar la ceremonia religiosa, se dirigieron a la vivienda de 70 metros cuadrados donde vivirían y se dispusieron a realizar las siguientes tareas:

Hacer la cama (y deshacerla) 7.300 veces seguidas.

Comer y beber con sus consecuencias recíprocas en relación a 10.950 kilogramos de materia sólida y la mitad de materia líquida, que tuvieron que comprar llenando 1.012 carritos del supermercado cercano a su casa.

Dormir 51.100 horas sin parar, tras las que, como suplemento por siestas, continuaron 3.650 horas más.

Lavar 14.600 kilogramos de ropa, que se pusieron y quitaron 9.000 veces sin parar.

Realizados estos trabajos, se desnudaron y se metieron en la cama. A saber… 

En octubre de 2000, la cuestión era destapar botes de pintura para cambiar el color de las paredes 20 veces seguidas, dentro de otras tantas limpiezas generales.

Hoy, a tantos de octubre de 2008, se han sentado para dedicar toda su vida al póquer. Tal y como habían soñado.

9 comentarios:

Isa dijo...

¡Eso es ser respetuosos con las obligaciones! Imagino con las ganas que tomarían luego, con el devenir de los años, la devoción. Eres único planteando historias subrrealista, la mayoría rescatadas del absurdo de lo cotidiano. Me encanta.

Isa dijo...

Y digo yo: ¿no se está mejor haciendo y desaciendo maletas, aunque sólo sea "par irte aquí al lao"? Bueno, cada uno tiene sus preferencias.

Félix Amador dijo...

Vaya, una historia de amor estadística. Fabuloso. O una estadística de un matrimonio tal cual.

Isabel dijo...

Eso si que es un matrimonio planificado, y lo demás tonteria. Un beso

Anónimo dijo...

Si no fuera porque da pereza hacer otra estadística más, te diría que llevo en la administración ochocientos cafés, treinta y dos a-zetas, ciento ochenta copias de seguridad, etcétera, etcétera.

Muy bueno.

Lola García Suárez dijo...

Me encanta tanta planificación, pero no sé si daría resultado. En tu relato seguro, pero en la realidad es que la obligación siempre está en la puerta esperándonos dando golpecitos con el pie en el suelo.

Anónimo dijo...

ummmm que vida más atareada. Sumado en horas da miedooooooo

un beso.

Peneka dijo...

yo prefiero jugar a las cartas que a los números...

al amor que a los retos...

yo de mayor quiero ser como tú, el mejor escritor del absurdo que con unas lineas es capaz de arrancar de nuestros labios la más suaves de las sonrisas.

inma dijo...

¿Habrás sido capaz de hacer esos cálculos aunque sea por encima?
¿Y ahora sólo juegan a las cartas? Dime la receta para olvidarse de la compra, jajaja