jueves, 20 de noviembre de 2008

EN SUS OJOS

Yolanda era una prostituta joven, con un cuerpo flexible y una sonrisa que regalaba sin coste adicional alguno. Sus clientes decían sentirse felices después de visitar su cama, sin acordarse de luces rojas ni locales pequeños.

Ella tenía un ideal: Parecerse al personaje de Irma la Dulce, la deliciosa película protagonizada por Shirley Maclaine, donde los hombres la buscaban antes que a ninguna otra.

Un día, un hombre le hizo daño. Sin motivo aparente, sin aviso ni queja previos, le golpeó con frialdad y la dejó inconsciente.

En el hospital le dijeron que las heridas sufridas no le dejarían señales. Lo que no sabían era que no volvería a sonreír.

Yolanda no buscó vengarse, a pesar de haber visto a su atacante borracho y tirado en más de un callejón. No sacó la pistola y pasó de largo. Supo más tarde que murió en una pelea.

Yolanda siguió con su forma de ganarse la vida. Pero cada hombre que rozó su piel perdió la alegría de vivir. Cambió de casa, de barrio y de ciudad varias veces, con el mismo resultado.

Hubo alguno que aseguraba haber visto al demonio al mirar dentro de sus ojos.

Yo fui uno de ellos. Y juro que es verdad. 

3 comentarios:

Isa dijo...

¡Pobre mía! Le roban su sonrisa y le regalan al diablo. ¡Cuántos pobres diablos habrá por ahí como Yolanda!
Tierno y misterioso a la vez.
Me gusta.

Peneka dijo...

Es cierto, que heridas que parecen no dejar huella, te roban la alegría.

Me ha parece sencillamente doloroso. Lo peor que nos puede ocurrir, es que alguien nos robe la alegría.

Riamos y hagamos que todos cuantos nos rodeen, rian y si han de llorar, tengan un hombro sobre el que hacerlo.

Lola García Suárez dijo...

Lo que me ha encantado es que has conseguido una narración sencilla y precisa que enfatiza la dureza del relato. Creo que ahí has acertado, y también en rescatar al delicioso personaje de Irma la Dulce para la descripción.