viernes, 12 de diciembre de 2008

CRÓNICAS URBANAS (III)

Advertimos a los lectores que en esta crónica, si bien partiendo de hechos contrastados, se puede advertir cierto –mínimo- grado de alejamiento de la realidad. Por si acaso.

Año 2007. Sevilla, avenida de la Barzola.

Se ve venir el autobús y la gente que espera indica con la mano levantada su intención de subirse en él. El autobús aminora la marcha.

Una vieja que tira de su carro de la compra, avisa con ademanes estilo molino de viento que también quiere subir. No le dan opción, pero vagamente le indican que un segundo autobús llegará de inmediato. El autobús primero arranca y se va.

La vieja se relaja y se aproxima a la parada. El conductor del segundo autobús no ve a nadie en la parada y no piensa en detenerse en ella.

Aquí surge el verdadero conflicto: Por el imprudente cruce de un peatón, el conductor se ve obligado a parar en seco y la vieja se impulsa como un resorte, viejo, hacia la conquista de la parada. Si llega antes, tendrá derecho a subir. El autobús, tras unos breves insultos al peatón, reanuda el camino, lento al principio, con velocidad creciente. Aún no ha alcanzado a la vieja, que ya sueña con esperar al autobús y detenerlo. El conductor es experto, el autobús nuevo y la aceleración lleva la competición al paroxismo.

Varios transeúntes afirman que el autobús llegó antes. Otros afirman lo contrario.

Tras el visionado de la cinta grabada en la parada, el juez no tiene criterio para decidir. Pero la vieja, lista como el hambre, propone la revisión a cámara lenta. Fotograma a fotograma. En el momento en que parecen coincidir autobús y vieja, el juez congela la imagen y se nota limpiamente cómo la pierna derecha de la mujer pisa el umbral de la parada antes de que la rueda del autobús traspase su vertical. “Fotofinish dixit. Ya lo han usado en las olimpiadas”, afirma la vieja sonriente.

El veredicto es claro. La empresa de transportes urbanos regala a la vieja un bonobús gratis y una bufanda de sus colores corporativos. Con ella puesta, entra en el hogar del pensionista como una reina.

4 comentarios:

LaRubia dijo...

Ahí, ahí. Sí señor. Siempre del lado del más débil.
Con lo tortuoso que puede llegar a ser un viaje un bus y tu vas y vueles a hacernos tronchar de la risa.
Bravo maestro

inma dijo...

Si la anciana se llevó el regalito se iría contenta y le regalaría el bonobús a su nieta, pq para más inri ella viajaría gratis para los restos y aún así tenía ganas de pleitear.Me encanta.

Isa dijo...

¡Si es que los años no pasan en balde! Y la abuelita lo supo demostrar.

Me asombran los malavares que haces con cualquier detalle, que podría partir de un instante percibido a tu alrededor, y que se podría basar en lo más simple, lo más cotidiano.

Lola García Suárez dijo...

¡Qué bueno! Cuántas viejas y no tan viejas he visto yo en dura competición con el mastodonte de hierro. Creo que ha ganado más veces el autobús, por eso me encanta que esta pequeña gran mujer haya vencido la batalla urbana. ¡Qué bien lo has contado!