miércoles, 21 de enero de 2009

AYER Y HOY.

Ayer, diecisiete de diciembre, cumplí treinta y nueve años de servicio como bedel del Instituto Gallarre. Durante la fiesta, tomé alguna copita de anís y me sentí en una nube. Hoy al despertar, según me informa un tipo calvo y sonriente, estoy de verdad en una nube.

Solicito una hoja de reclamaciones y la relleno en varios apartados, entre ellos el de la humedad reinante y la falta de orden y firmeza.

El funcionario que me la da, sonríe más aún y me suelta:

-¿Orden y firmeza? ¡Pero si al llegar esta madrugada a usted le pusieron de mote Puzzleman, hombre de Dios!

            Después me indica una pantalla gigante que muestra a los que estamos aquí el por qué de que estemos aquí. En ella, observo incrédulo a la señorita Estíbaliz, de Nóminas, corriendo ligera de ropa por el tejado tan resbaladizo. Y a mí detrás. Hago trizas la hoja, sin firmar, y me siento a esperar mi turno. Desde el banquito de enfrente, la señorita Estíbaliz me lanza una sonrisa.    

3 comentarios:

Isa dijo...

Anís y lío de bragueta; no me extraña que tengan un hogar de tanta "altura" esos dos. ¡Qué bien que hayan coíncidido en la misma planta de tan "infinito rascacielos".
Muy bien, compañero.

inma dijo...

Morirse sin "rematar" es mala cosa o al menos sin acordarse, pobre infeliz.Espero que le den otra oportunidad, je, je.

Lola García Suárez dijo...

Pues sí, está tan bien organizado el relato que no deja ningún hilo suelto. Con gran naturalidad nos dices el ayer y el hoy del accidentado bedel que parece de lo más creíble. Lo de "hombre de Dios" tiene todo el punto.