domingo, 18 de enero de 2009

Ecos de altares

Invoco a la fé en que lo que realmente se ama nunca se va ni se pierde para siempre. Sólo llega a mantenerse indecisamente latente durante un breve espacio de tiempo.
Invoco al camino para quien no quiere dejar de caminar, a los sueños blancos para quien colecciona manojos de ojeras y a los tinteros azules para quien tiene palabras que añadirle al diccionario.
Invoco a los días de sol, a la lluvia fina de muy de mañana, a los copos de nieve.
Invoco a las rosas que enamoran, a las orquídeas que nos traen a la reflexión y a los azahares que nos devuelven a la tierra sur a la que pertenecemos.
Invoco a los poemas, a los cuentos, a las notas de un acorde y a los colores de la brevedad de un fotograma.
Te invoco a tí amiga, te invoco a tí.

5 comentarios:

Isa dijo...

Pues la invocación ha dado resultado, porque no hay más que ver lo fructífera que andas últimamente. Sigue haciendo invocaciones de estas, no por nada en especial, si no porque da gusto leerlas y porque al final también una acaba invocando.
Insisto en lo que ya te he dicho alguna vez: manejas la metáfora como te da la gana.

Gabriel dijo...

No hay musa que pueda pasar de largo a una invitación como la tuya. Es una oración de amor, eso a lo que tú nos vas quitando el miedo a expresar.
Gracias en nombre de todos. TODOS.

LaRubia dijo...

Este intenso reconocimiento por vuestra parte, que sois personas tan relevantes en mi vida, hace que me emocione al pensar en que definitivamente voy por el buen camino.
Muchísimas gracias a todos, de corazón

Anónimo dijo...

"Invócame", piensa la musa.
"Invócame", ansía la musa.
Y la invocas, y ella, que lo sabe todo, acude a tí. Y germina.

Cocomiel dijo...

Lo que escribiste fue hermoso.