martes, 10 de febrero de 2009

Golden

Como es lógico, mi amigo José Manuel, en la cuenta atrás, pidió al anestesista que le durmiera con el concierto número 4 de Brandemburgo, de J. S. Bach, a lo que el profesional, solícito, accedió.

Con motivo de la intervención por cuestiones cardiovasculares que ahora no vienen al caso, y generoso como es, y aún consciente, ofreció a los cirujanos tomar lo que necesitaran.

Sin valorar demasiado los sueños que le venían, mi amigo se despertó en mitad de la faena de los médicos, que ajustaban válvulas y demás. Para no distraerles, no hizo comentario alguno y se dedicó a echar un vistazo general al escenario de su intervención, que, en conjunto, mereció su aprobación.

Antes de volver a cerrar los ojos, viendo venir el final feliz de la cirugía, miró a su izquierda y sonrió con la mayor discreción al comprobar que, de su corazón, tal y como le habíamos dicho los amigos más de una vez, salía un reflejo claramente dorado. 

5 comentarios:

Peneka dijo...

Si es un homenaje a un amigo...¡chapó!
Si es una histora inventada...¡genial!
De todas las formas, es un disfrute para nosotros tener siempre a nuestro alcance, tu verbo fácil y fluido. Está claro que escribas de lo que escribas, siempre das en el clavo.

Isa dijo...

Enamoras al lector cuando juegas con el humor y los sentimientos a un mismo compás.
Por suerte, no hace falta ver algunos corazones en vivo y en directo, para saber la luz que nos transmiten. Doy fe de ello y esto, si fuese mío, se lo dedicaría a mi amigo del alma. Ya te contaré por qué. Me ha encantado, Gabriel.

Lola García Suárez dijo...

¿Es posible relativizar una operación a corazón abierto? Estaría bien que en medio de una operación así uno abriera los ojos y se distrajera con el entorno. Estaría bien que nos pudiéramos tomar así los problemas. Pero está aún mejor tener un amigo con un corazón de oro como como tú.

Gabriel dijo...

Agradezco siempre, de corazón, que estéis ahí, paraleernos.
En esta ocasión, con un motivo que parte de un hecho real, os lo agradezco mucho más. Y es que el protagonista, el amigo, merece la pena.
Besos.

inma dijo...

Supongo que el hecho real no será despertarse en medio de la operación pq ¡vaya faenita!
Como relato me resulta precioso.