lunes, 20 de abril de 2009

Bodas (I).

Mediodía.

-Stamo paselebrá ¿Quiere que sí, ooouuuuaaeeehboda y eso, tú? ¡she, tú!

-Pssséeeah, quesí, fijo.

-¿Y tú, tamién?

-Síi, massomeno, ¿no?

-Yo os declaro y toeso…

-¿Alguien quiere tarta o argo?

-Yo… bueno, algo. Una cucharaíta.

Ruido de latas y coche, clanc, clanc. Una sola lata. Una lata.

-Adió, adió niñoh; ser felí. Lo má. O argo.

Por la noche. En el hotel.

-Mete los carsetine en una bota, que despué los barren.

-Sí, ya ¿Ta cansá? Yostoi que me caigo de tordía.

-Queseyó, sí, sssomenos.

-Tamañana, nos vemo y eso. ¿Vasito dagua?

-Bien, bueno. Apaga la lú der vate.

-Sapagasola. Shatepallá.

Bostezooooouaahhh.

La pasión desmedida, el desenfreno y el desmadre han sido y son características comunes que hacen inconfundible cualquier boda celebrada en Canadá. Baste el ejemplo anterior en la que fui testigo de mi propia boda. Que no me lo ha contado nadie. Una pasada.

1 comentario:

Isa dijo...

Ja, ja, ja..."Sapagasola. Shatepallá".
Me harto de reír. En éste he soltao una cuantas carcajás de las mías, que me hace falta. ¡Ay qué arte, hijo!