sábado, 20 de junio de 2009

GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA (XIV).

Batalla bautismal de Usagre.

Familias Roales Pinto do Guimaraes/Bermúdez Tachenko.

Parroquia ermita de Usagre, donde oficia y moja el vicario suplente tercero, padre Tiago Pardo, alias Papamoscas.

La Parroquia cuenta con una cuadrilla de guardacoches profesionales dirigida por Samuel Morris, alias el Bisho Loco, quien además abre el baile después del chocolate con churros.

Aparente calma. Aparente.

Hay abuelas que pueden ir de paquete en moto de 250cc y sin casco. No es el caso de doña Aguasantas Aparicio, muytatarabuela del bautizable. Tras bajarse de la moto por delante, su pelo con aspecto de cepillo esférico hizo llorar a los chiquillos y esgrimir el crucifijo al monaguillo de guardia. Para evitar males mayores, doña Aguasantas hizo una consulta formal:

-¿Ya han bendecido el agua a utilizar en el enfriamiento cerebral del indefenso?

-En todavía no de momento hasta la fecha en particular, -respondió el monaga.

Doña Fuensanta se apoyó en dos trisnietos y metió la cabeza en la pila, de donde salió comparable a una mona gibraltareña con seis pasadas de lija.

Lo bueno era que dejaría ver a los de atrás, ahora con el cabello aplicado a la mente. Lo malo fue que su prima en sexto grado, beata mayor de la Cofradía de la Preciosísima Candela, consideró los hechos como un ataque frívolo y blasfemo hacia el símbolo del agua destinada a las meninges. Ella no era de gritos desde lejos: Se despojó de la pamela (numerada con el 96 para el guardarropa), los tacones (descendió un palmo) y se tiró al cuello de Aguasantas, a quien recriminó que ni su nombre se merecía.

Dadas las edades y las ajustadas fajas usadas por las contendientes, los cocotazos y los mordiscos duraron menos de un cuarto de hora. Al principio, las apuestas daban un tres a uno a favor de la beatífica, pero Aguasantas aprovechaba cualquier oportunidad y en menos de lo que se tarda en digerir un divorcio le abofeteó los dos omóplatos a ritmo caribeño. Instantes después, tras pisarla sin querer, la jurásica se levantaba dando traspiés y se dirigía a la nave donde por fin se celebraba la humidificación.

Más tarde, en el convite, volvieron a cruzarse miradas asesinas entre las dos mujeres: No hizo falta declaración de hostilidades.

Cuando los camareros la encontraron bajo la mesa de padres y padrinos, roncaban tan armoniosamente que las cubrieron con los manteles más limpios que encontraron. Bajo sus cabezas, le colocaron los bolsos llenos de changüis, que para eso estaban pagados.

3 comentarios:

Isa dijo...

Después de la última "Gran Batalla", no me he permitido llegar tarde a esta, y resulta que me he reído lo mismo. ¡Qué final tan tierno! Y lo de los "changüis", pa morirse. Les "pegaba" a las dos eso de no dejarse atrás un restito de comida.
Es que veo a esa requeteabuela metiendo la cabeza en la pila. Le veo hasta la cara de mono, hijo.
¡Qué bueno eres! Tienes que hacer algo más con todo esto que colgarlo aquí, de veras, te lo digo con el corazón.
Un beso.

Clea dijo...

¡Aquí se masca la tragedia desde el principio!

La pinta de la muy tatarabuela no tiene parangón. El monaguillo estuvo a punto de gritar vade retro.
La beata mayor, por su parte, promete. Y, en efecto, cumple.

Yo lo siento, pero siempre ando a carcajada limpia.

¿Y lo del enfriamiento cerebral del indefenso? Ahí me rindo.

inma dijo...

De veras que me he divertido un buen rato. Dejas caer que el Papamoscas "oficia y moja" en la parroquia(¡q fuerte!), y estoy con Clea (aunque no la conozca)q lo del "enfriamiento cerebral del indefenso" es genial. Nunca había leído bautizo más descalabrado.