sábado, 2 de enero de 2010

UN DÍA LIBRE.

¿A que me aburro? De chico, al menos mi madre podía responderme “échate en agua”. Nada de quedarme viendo la tele (estropeada desde el lunes). A la calle, a vivir.

Me voy al supermercado. Entro ilusionado por una puerta sin colas, sin hacer ver a los demás lo tontos que son al pasar apelotonados por otra puerta. Hasta el final no veo que desemboco en el muelle de cargas para mercancías. Hago como que dirijo la forma de poner las cajas de galletas con fibra y así no me pongo colorado.

Paso por un descampado, un parque diría yo, porque veo bancos rotos, jeringuillas, basura no reciclable, medio árbol y dos soportes para papeleras. Si pudiera quedar alguna duda, cuatro gamberros de peso y altura inusuales, puestos uno encima del otro, se me encaran. Negociando con ellos, me puedo quedar las servilletas, porque hablando se entiende la gente. Me las piro de la zona verde, dolido por la falta de madera del banco, utilizada por los niños superpuestos en su negociación.

Sigo buscando distracción en este día de vacaciones que me quedaba por disfrutar de los de este año, vencida ya tres veces la tentación de pasar por la oficina a visitar a los compañeros.

Cruzo la calle en diecinueve ocasiones y no encuentro en ello alegría alguna. Por tanto, increpo a dos tipos que, encima, se protegen con cascos haciendo lo mismo durante toda la mañana, cinta métrica arriba, cinta métrica abajo. Me tiran unos alicates. Los cojo, porque tengo el hueco en la caja de herramientas nueva (verde metalizada).

En el bar de Mellito, pido café: Hirviendo me lo pone. Lo averiguo al llevarlo en el bolsillo hasta la mesa, ya que se derrama un poco hacia el calcetín. Todos los parroquianos celebran mi frenética danza y, al ver que el vaso queda casi lleno, me vitorean. Salgo del bar mucho más animado, aunque sin poder hablar durante unos minutos. (Nota: pedir algo de leche fría la próxima vez. Como el año pasado).

Llego al kiosco de Andrés. Pido un periódico del día y me mira con respeto.

Cuando me cruzo con doña Cipriana, la portera del número cinco, barre fuerte para mí. Que yo ganara las oposiciones para botones y su hijo se quedara fuera, no me lo va a perdonar nunca. Aunque su hijo sea ahora el jefe del departamento. La herida seguirá abierta para siempre, según veo. No me importa, porque más tarde, igual que otras veces, dejaré las mondas de patatas de mi portal, el tres, debajo de su escalera. Lo que puede llegar a rabiar…

Son casi las doce de la mañana y, salvo algún percance, estoy sacando un buen rendimiento a esta jornada libre de horarios y disciplinas.

A la hora del aperitivo, voy de nuevo a Mellito. Sin mirar, me pone su especialidad: la tapa del día. No sé de qué día. Ni él, responde. Tardo lo justo en llegar al baño tras ingerirla. Con el desasosiego pierdo el reloj, cañería abajo, pero como es sumergible hasta 250 metros, no creo que se estropee.

Con el preparado que me da la boticaria (licenciada Lola Percas), se me quita el malestar. Y las cejas. Voy para el videoclub (le digo) por si alguien pregunta por mí para algo urgente. Se quita los auriculares del walkman y me dice que claro, si con estos precios ella lo comprende. Pero qué le vamos a hacer.

Qué pena, a primera vista, haber caído dentro de la alcantarilla al cruzar. Pero, al ayudarme los bomberos, salgo custodiado por tres cucarachas y con el reloj puesto.

3 comentarios:

Paquita dijo...

Un dia libre de lo más divertido
te pasó de todo,pero creo que lo peor fue la pérdida del relog al que despues recuperastes supongo que gracias a las dos cucarachas
que te escoltaron, espero que ya habras descansado de tanto trasiego. Un beso y feliz año 2010

Clea dijo...

Jo, Gabriel. Da un poco de vértigo.
Lo que viene a ser el tiempo libre. Y el otro tiempo.
¡Qué difícil está vivir!

Os deseo salud para el 2010. Y solidaridad y generosidad y compromiso.
¡Y yo que os lea!
Besos

Gabriel dijo...

¡Bienvenidas al vintidié!
¡Arriba esas páginas!
Esto acaba de empezar y ya tenemos la mitad de los polvorones digeridos.
Abrazos para el que se acerque por aquí y salud para todo el mundo.
El resto, como siempre, poquito a poco.