martes, 12 de enero de 2010

VUELOS.

-Ding, dong, última llamada para los pasajeros a Bruselas, puerta diez. De las tres que están abiertas, la puerta diez.

Quien graznaba por el altavoz era mi tía Ufrasia, que sacó el número dos en las oposiciones de 1.949, un año antes de que construyeran el aeropuerto.

Delante de la puerta nueve tropecé con un notario de Salamanca y se me abrió la maleta; y me quise morir en directo. A mí, que si me tuercen un folio araño con tenedores la parte de dentro de los párpados. Como pude, dicté al notario el orden de la ropa blanca y seguí mi camino.

-Ding y dong, repito, ding y dong. Última llamada de verdad a los pasajeros a Bruselas. Puerta diez. Que no digan después que no hemos avisado.

Recogidos mis pañuelos y vueltos a doblar, me fui hacia la diez, que me quedaba enfrente. Y un señor que pilotaba un carrito de golf, empujado por otro en otro carrito igual pero con gasolina, se me puso delante. Como mejor pude, pasé por encima de ambos, tirando primero la maleta bien cerrada, luego el maletín y finalmente mi persona, dejando como único efecto colateral el haber pisado los reverendos del que iba primero. Ninguno de los dos iba a volar, pero dijeron que les gustaba ver salir los aviones y allí estaban, siempre por medio, por si podían ayudar en algo.

Antes de dirigirme al tubo claustrofóbico que lleva al embarque definitivo, me cachearon de nuevo y yo, qué le voy a hacer, me pongo la mar de débil si me meten las manos por dentro de la camiseta. El guardia decía que era para buscar objetos peligrosos y encontró mi medalla de la Virgen de la Caspa tallada en carey. Pero con la risa nerviosa se me cayeron los lápices.

-Ding y ya no digo ni dong. Que cerramos la puerta del avión y aquí ya no entra ni la madre del piloto. Ahí sus quedáis.

Ordené como pude por colores mi caja de ciento veinticinco lápices y, cuando la azafata cerraba la puerta, en un salto de pantera me metí en el avión hasta caer en mi asiento, todavía con la cosa de la cosquilla revoloteándome por dentro. Al ratito, la azafata se pudo quitar de debajo y volvió a sus quehaceres.

-¡Uyyychss, chiquillo pordió!, -gritó entre dientes mi tía Ufrasia, que me controlaba por pantalla-. No sé cómo no tas partío un muslo, -dijo para todo el aeropuerto, pero dirigiéndose a mí.

Sentado y con el cinturón desabrochado del cuello, me dediqué a revisar los encargos: servilletas, sellos de goma y pantalones de chandall que llevaba para los belgas. Y, al secarme el sudor con el pañuelo número veinticuatro, se me heló la sangre: Había perdido mi peluquín en la terminal. Vi cerrarse la puerta y me encogí como un globo pinchado.

Al encarar el avión su pista según le indicaba Ufrasia al comandante, desde el suelo los tipos de los carritos levantaban mi bisoñé rubio platino como lo harían los pieles rojas. Los dos acompañaban el enarbolado del postizo con un par de cortes de mangas. Hice como que giraba un volante hacia donde se encontraban y ambos salieron corriendo a meterse en un camión de equipajes para salir pitando de la pista. Aquello me animó bastante y, ni corto ni perezoso, di la orden de despegar, como hago siempre que vuelo. Después, mi tía Ufrasia lo transmite a los pilotos.

3 comentarios:

Peneka dijo...

¡¡¡qué locura de viaje!!!
y de tia...
y por cierto, el bisoñé era del piloto del susodicho avión, o mismamente del sobrino de la azafata megafonera???

Como siempre, y para no variar, me has hecho reirme un rato.

Un besote

inma dijo...

Creo que era del sobrino, Beli. Es todo un punto la pérdida del bisoñé, pero más me ha gustado lo de "arañar el interior de los párpador con un tenedor" porque le muevan un folio. Me ha gustado por lo insólito del tema, claro, pq no soy nada belicosa, je, je, je.

Clea dijo...

Je.
Estas situaciones mundanas, cotidianas, que ejercemos con solemne seriedad, a las que concedemos tanta importancia y de las que Gabriel parece burlarse. ¡Para mí que lo logra!¡Las vuelve absurdas!

Yo no puedo con tanto desatino… ¡Ciento veinticinco lápices! ¿Para qué llevaría tanto lápiz?
¡Qué tipo éste, jolín!