viernes, 19 de marzo de 2010

A media tarde

Llevaba la carta con mucho cuidado metida en el bolsillo de la chaqueta. Por fuera la palpaba como si llevara su más preciado tesoro. Aún no la había cerrado definitivamente porque se conocía a sí mismo y a última hora siempre le gustaba añadir o modificar algo de lo escrito. Consultó su reloj. Las cuatro y cuarto de la tarde. El correo lo recogían a las cinco. En la cafetería, junto al buzón, podría tomar un café y releer de nuevo la proposición de matrimonio que contenía el documento. Había pegado cuidadosamente el sello, y se había esmerado en escribir con letra nítida la dirección y el remite. Estaba casi perfecta. A partir de aquel día puede que su vida cambiase y no quería dejar nada en el aire. La releyó un par de veces. Tachó, enmendó, recapituló… Vio acercarse al encargado del correo y observó como llenaba su saca mientras él apretaba la carta entre sus manos. Acabó su café, y decidió volver a casa para pasarla a limpio, porque no quería dar una imagen que no correspondía con sus intenciones. Al fin y al cabo solo se trataba de un día más.
En el pueblo vecino, alguien miraba su buzón encontrando de nuevo algo de propaganda y correo de banco. No perdía la esperanza, porque el chico, en su día, le pareció formal. Quince años hacía hoy que le prometió escribir.

8 comentarios:

Clea dijo...

PRECIOSO.
Pasa a mis favoritos, no sé si es horrible que lo diga.

Dos espacios, el mismo tiempo transcurriendo entre ellos, una interpetación magnífica de las dudas, la incertidumbre, los temores, el anhelo y la espera.

No tocaría nada de esta historia de amor. Y creo que los protagonistas tampoco.

Una maravilla.
Gracias.
:)

Isa dijo...

Sí que son ganas de amor, de ese amor; sí que son ganas de soñar y de esperar.
Sí que es la indecisión una mala aliada; sí que las dudas restaron tiempo a las vivencias.
Pero todo es recuperable. El tiempo no acaba con lo que tú no quieres que acabe, así pasen cien años.
Estoy con Clea, ni sobra ni falta nada. Es una preciosidad de historia, y sin querer ser injusta con otros textos, lo mejor que te he leído. Enhorabuena.

Peneka dijo...

La informática me ha jugado una mala pasada, no sé donde habrá terminado mi comentario anterior.

Este relato, en mi opinión, describe a la perfección como las dudas y los miedos nos pueden hacer dejar pasar momentos inolvidables.

El, con sus dudas y sus incertidumbres, queriendo dejar lo mejor de sí mismo entre sus palabras, deja volar sus miedos hacia ella.

Ella, espera día a día, esa carta que cambie sus días, que le traigan el amor de "ese buen muchacho"

Una historia, ésta, que no tiene ninguna coma demás ni ningún sentimiento de menos

Espero que esta vez, lo publique en su sitio,jajaja

Gabriel dijo...

Un relato tan suave, tan ligero... y capaz de hacerme estremecer de dolor viendo tejer tanto cariño, tanta delicadeza.
De banderazo.

Lola García Suárez dijo...

¡Qué bien escrito Inma! Cuántas historias de amor en la realidad han transcurrido de forma paralela sin llegar nunca a encontrarse.

amparo dijo...

Me dejas sin palabras cuando te leo.Simplemente te digo: ESPECIALMENTE DELICADO. ¡Felicidades!

inma dijo...

Gracias amigos por vuestros comentarios. Espero poder escribir otra historia que no defraude.
Amparo, me alegra que te incorpores a nuestra familia blogera.Un besazo a todos.

Luisa dijo...

15 años es mucho tiempo! Yo creo que el "buen chico" es demasiado paradillo... y puede que ese amor funcione mejor así en la espera.
Muy bonito! Bs