jueves, 3 de junio de 2010

CUMPLEAÑOS.

Estuve varias vidas vagando por un desierto por obra de mi amigo Jon. Quiso hacerme feliz, lo sé, pero me sentí abrasado por las dunas hasta que, sin saber cuánto tiempo pasó, caminé despacio sobre un cimbreante puente colgante, a más de tres mil metros de altura respirando un aire puro, gracias al regalo de Nieves, mi compañera de trabajo, tan original. Abajo, unos cocodrilos infinitesimales esperaban con paciencia la rotura de cualquiera de las descuidadas tablas laterales y mi caída vertical sobre el agua, para pasar después por sus fauces. La tabla del centro se rompió pero no sentí vértigo alguno: Ya estaba a miles de metros bajo un mar, arrastrándome con lentitud sobre el fondo ayudado de unos pies de plomo, según el regalo de mi primo Yanko. Surgió entonces un calamar gigante, que debía vivir en alguna fosa abisal y sin avisar intentó atraparme con sus tentáculos.

-¡Basta!, –dije con firmeza; apagué las ciento cincuenta y dos velas y repartí la tarta y los refrescos.

Con lágrimas en los ojos, Basilio volvió a empaquetar como pudo su planeta Igneotón, lleno de volcanes que bramaban en erupción. No sé si le devolverían el dinero o no, y la verdad es que me dio pena ver su rostro de decepción. Pero no podía más.

A partir de ahí, me dediqué a desenvolver corbatas, plumas estilográficas y un juego de destornilladores. Lo de todos los años.

5 comentarios:

Isa dijo...

A veces la originalidad se paga cara.
Con qué maestría está escrito este relato, con cierto aire a Cortázar. Me ha encantado la eventura en la que metes al lector tan sutilmente.
¿Sabes? Por un momento creí que a tu personaje lo que le habían regalado era un libro. ¿No es verdad que todo eso se puede vivir leyendo?
Un beso, campeón.

Paquita dijo...

Este fantástico relato de tu prodigisa imaginacion, me hace recordar la reciente fiesta que me organizaron mis hijos el pasado dia veintidos con motivo de mi cumplaños y la que no he querido contaros para no hacerme pesada ,
pero que aun me tiene en las nubes
un abrazo

Clea dijo...

¡Hala!
Yo no sé qué decir. A mi me parece magistral. No sé si a Cortázar o a Borges o a quién, pero me gusta mucho leerlo a usted siempre.

Cualquiera se atreve a traer a este personaje a la realidad o a explicarlo cabalmente.

¡Se ha soñado a sí mismo, seguro!
:))

Gracias.

inma dijo...

Entre regalos así y la corbata...sería difícil decidirse. Creo que depende de lo que se desayune ¿verdad? El principio de la historia me hizo pensar en otro tipo de desenlace. El final pone pies en tierra ¡lástima!

Peneka dijo...

¡¡¡Lástima!!!, después deabrasarse los pies por el desierto,¿qué más daba una quemadura más por el país de los volcanes?

Yo creí que tu personaje(nuestro personaje) iba a despertarse de un sueño de años vividos,abriéndo por un momento los ojos.

Genial, como siempre,y un giro al final de los tuyos.

Besitos de regaliz