Han de pasar muchos años
para poder conocer
este pueblo blanco en alto,
recuerdo de la niñez;
cuando en su infancia pasaba,
miraba fija hacia arriba
contemplando aquella altura
que le parecía prohibida.
Así pasaron los años.
Cuando menos lo pensaba,
pudo visitar el pueblo
al que tanto deseaba:
comprobó que era tan bello
como siempre imaginó,
ya se cumplió aquel deseo
que desde niña albergó.
2 comentarios:
Bien por celebrar el volver a ver algo con la mirada igual de alegre con que se ve de chico. Va mucho más allá de la nostalgia poner los ojos en cosas que han dejado huella.
Un poema que, como siempre, nos trae buenos momentos de reflexión. Gracias, Paquita.
Mira que a veces los recuerdos suelen ser mejores que la realidad. Me alegro que no te defraudaran. Un besazo.
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