miércoles, 27 de noviembre de 2013

INSTRUCCIONES PARA MORIRTE DE LA RISA


En ocasiones la vida nos ofrece el mayor de los regalos: la risa. Todos sabemos que reír es sano, muy sano, tan sano que si practicásemos a diario dicha disciplina nuestro cuerpo nos lo agradecería en forma de un brillo diferente en los ojos, una sonrisa cargada de perlada dentadura y un sinfín de bondades para utilizar en  nuestro día a día.
Pero no, nos obstinamos en no reír  y mantenernos con un rictus serio, lánguido, cabizbajo, agriado, malhumorado, bilioso, y un largo etc. de adjetivos molestos para nuestro estómago. La risa, la sal de la vida, la relegamos a un decimoquinto lugar en nuestras ocupaciones diarias y es por eso por lo que cuando alguien se acerca hasta nosotros y comienza a engarzar frases ingeniosas, cargadas de chascarrillos, refranes, dimes y diretes, correveidile, nuestro endeble armazón comienza a cimbrearse cual junco movido por la brisa. Las bisagras lumbares comienzas a entreabrirse, chirriando al principio, molestando un poco después en los ingenuos compases de sonrisas. Nuestros oídos se abren cual nenúfares vespertinos y las ondas sonoras que todo lo invaden poseen a esos bastoncillos diminutos que transmiten las palabras, los susurros, los siseos…
Y es entonces cuando espasmos de brazos y piernas aparecen acompasados levemente al principio para terminar en un  desconcertante ir y venir de miembros en movimiento. El torso cae sobre las rodillas convirtiéndonos en ese justo momento (no antes ni después) en un ovillo de huesos y músculos, de saliva y lágrimas.
En ocasiones la vida nos ofrece una GRAN OPORTUNIDAD: morirnos de la risa, y para eso solo hay que querer NACER DESDE LA TRISTEZA.

5 comentarios:

Gabriel dijo...

Niña, estás huracanada. Has cogido una carrerilla que invita a correr cuesta abajo, gritando y riendo como un chiquillo que juega por jugar.
Cada vez que escribes (y parece que la teoría dice lo contrario) te acercas más a la facilidad con que hablas. ¡y resultas menos coloquial! Menudo ritmazo.
Te leo a toda marcha y con ganas.
Gracias, preciosa.
Un beso.

Clea dijo...

"Y es entonces cuando espasmos de brazos y piernas aparecen acompasados levemente al principio para terminar en un desconcertante ir y venir de miembros en movimiento. El torso cae sobre las rodillas convirtiéndonos en ese justo momento (no antes ni después) en un ovillo de huesos y músculos, de saliva y lágrimas."

¡BRAVO! Voto para que ese estado circunstancial (je), exclusivamente humano y exactamente así descrito, sea traducido a todos los idiomas de la tierra. ¿Qué decís?

¡Gracias!

:))

Gabriel dijo...

Me apunto a la traducción Urbi et Universi de ese texto. Por supuesto, me encargo del suagili, mi especialidad.
Genial propuesta, Clea.
Genial el texto, Beli.
Besos.

Peneka dijo...

Dicen que a la tercera va la vencida...pues ahí voy:
GRACIAS,GRACIAS,GRACIAS, por vuestros comentarios, vuestro cariño y por ese ánimo que me ofrecéis con vuestras palabras.

Intentaré seguir escribiendo pequeñas historias que sin ninguna duda, compartiré con vosotros.

Espero no defraudarme ni defraudaros en mi empeño.

.
Besitos de tiramisú

inma dijo...

Ese final, ese nacer desde la tristeza, me parece hermosísimo, igual que la propuesta de nuestra amiga Clea, traducirlo y difundirlo por supuesto. Si riésemos más y mejor( porque no todo motivo es válido), el mundo fluiría de otra manera. Los bebés se ríen con todo el cuerpo, debíamos imitarlos.